En todas las 'quinielas' el presidente aparece como el perdedor
Salvo sorpresas, que entre los prelados nunca pueden obviarse, Blázquez aparece como el perdedor en estas elecciones frente a un hipotético guiño de Rouco dando a entender su predisposición a volver a la Presidencia. Si bien una norma no escrita del Episcopado indica que, como es tradición, el presidente que acaba de cumplir un primer mandato sale reelegido para un segundo. Pero hay un antecedente que echa por tierra la pureza absoluta de esta supuesta tradición. Se trata del cardenal Fernando Quiroga (1966-1969), el único presidente saliente en la historia de la CEE, creada en 1966, que no fue reelegido para un segundo mandato.
Actualizado: Además, se da la circunstancia de que Quiroga, a la sazón arzobispo de Santiago de Compostela, fue el primer presidente del Episcopado español. Blázquez, en cualquier caso, ha sido el único presidente de la historia de la CEE que no ha sido, al menos, arzobispo, lo que demuestra que, al menos de cara a la galería, no ha gozado nunca de un apoyo explícito del Vaticano ascendiéndole a mayores responsabilidades.
«Corrillos»
Para ser candidato a presidente de la CEE nadie se postula, no hay listas ni candidaturas abiertas, aunque los diferentes grupos y sectores de la Asamblea Plenaria ya comienzan a perfilar, si no a tener meridianamente claro, antes de comenzar las votaciones quién es su candidato ideal. El lunes, día 3 de marzo, comienza la plenaria y se realiza lo que se denomina una 'votación de sondeo'. De ahí salen los nombres (tres, cuatro, seis...) que aspiran a la Presidencia y se abre un periodo de reflexión entre los integrantes de la plenaria hasta el día siguiente, martes, cuando será la votación definitiva.
El mismo lunes ya surgen los 'corrillos', algo muy parecido a las 'murmuraciones' de los jesuitas, donde los obispos apelan a la divina intervención del Espíritu Santo para elegir al candidato idóneo y, en el terreno más mundano, dejan entrever sus sensibilidades y tendencias dispares, de manera que hablan entre ellos sobre cuál es o debe ser el perfil ideal del nuevo presidente y quién responde mejor a estos rasgos.
La jornada siguiente, el martes, se procede a las votaciones secretas, que pueden ser tres como máximo. Si en las dos primeras no sale el nuevo presidente con la mitad de los votos más uno, la tercera será la definitiva y la contienda se centrará entre los dos obispos más votados.