Bardem: «Es momento de cervezas, nada de coca-colas»
El oscarizado intérprete de 'No es país para viejos' consiguió los dos objetivos de la noche: alzarse con la preciada estatuilla y conseguir hacer llorar a su madre
LOS ÁNGELESActualizado:Soltó el Oscar en la mesa con brusquedad y se desplomó sobre la silla del hotel Chateau Marmont donde había convocado a la prensa española. “Es momento de cervezas, nada de coca-colas”, protestó. Javier Bardem tenía el aspecto cansado y aliviado de quien se había quitado un mármol de encima. El peso de entrar en la historia como el primer actor español en ganar un Oscar y el de redimir a toda una dinastía familiar de actores y cómicos “en una época en que era símbolo de libertad y valentía por el régimen de Franco”, explicó.
Para ellos y para su madre fue la entrañable dedicatoria que lanzó en español durante sus 45 segundos de gloria. “¿Has oído lo que he dicho?”, le preguntó después a su madre, igual de nerviosa y turbada por los acontecimientos. “Sí, bueno, no sé, luego te contesto”. Tan claro estaba que el actor español se alzaría anoche con el Oscar al Mejor Actor de reparto que su mayor preocupación era salvar con éxito la cuita de los agradecimientos “con una cosa delante que va corriendo y un señor que te va haciendo señas para que acabes”.
Empezó por los hermanos Coen, a los que agradeció estar lo suficientemente locos como para confiarle el papel de Anton Chirgurh sobre el que descarga toda la historia de 'No es país para viejos', ganadora de cuatro de los ocho Oscar para los que había sido nominada. Bardem asegura que se alegró más cuando la cinta ganó el premio de Mejor Película que con el suyo propio, que lo siente ajeno, porque “si hubiera hecho el mismo personaje en otras manos hubiera sido incluso ridículo”, afirmó con modestia.
“Los Coen lo cogen, lo montan, lo ponen todo junto y hacen el personaje que ha salido, no lo he hecho yo solo. Pero cuando dan un premio a la Mejor Película tiene que ver con eso, con la concepción de un trabajo global que ellos han orquestado con muchísimo talento. Ahí sí me siento parte de un conglomerado de cosas que han tenido la fortuna de estar tocadas por la magia de los Coen”.
La película que ha proporcionado a Bardem la oportunidad de pasar a la galería de los sádicos más emblemáticos del cine estadounidense se llevó también anoche los galardones de Mejor Guión Adaptado y Mejor Director, superando a 'Pozos de Ambición', que se llevó dos Oscar. En esta película también competía un psicópata interpretado por Daniel Day-Lewis, la otra predicción unánime de la noche que no falló. Pero en contraste con la belleza animal del actor español, de smoking y media barba, el ganador del Oscar al Mejor Actor es para Bardem “como los delfines, tiene una sonrisa permanente, es de una dulzura, de una belleza, de una integridad, de una sensibilidad… No sé, es un genio”, dijo con admiración.
Reconocimiento a Alberto Iglesias
Con la Heineken en la mano, a punto de quemar la noche de fiesta en fiesta, y satisfecho por haber logrado el objetivo de hacer llorar a su madre, Bardem también se deshizo en halagos para el otro español que anoche desfiló por la alfombra roja, aunque con menos suerte. “Alberto (Iglesias) es un genio, da igual que te den un premio o no, Alberto hace un trabajo estupendo, es de una sensibilidad y de una creatividad maravillosa. Que no le han dado el premio, bueno, pues no le han dado el premio”. El compositor donostiarra perdió por segunda vez el Oscar a la Mejor Banda sonora al que competía con la película 'Cometas en el cielo' frente a Darío Marianelli, que puso la música a 'Expiación'. Fue el único galardón de una película que se había desinflado poco a poco.
En unos premios muy repartidos y muy internacionales, la comedia de una adolescente embarazada, Juno, se llevó sólo el premio al Mejor Guión Original, mientras que la historia de un músico de la calle en Dublin, Once, se alzaba con la Mejor Canción y el documental sobre los abusos estadounidenses en Afganistan, “Taxi to the dark side”, expiaba las conciencias como ganador de esa categoría.
El otro logro de Bardem esa noche había sido conseguir 12 entradas para las 12 personas que se había traído de España, una odisea en los Oscar que casi le hizo sudar más que la estatuilla en sí. Luego tuvo que pasar por la “experiencia surrealista” de la alfombra roja, y una vez dentro le sentaron junto a Jack Nicholson, al que su madre no entendía nada y que “se reía todo el tiempo de cualquier cosa, debe estar de vuelta de todo”, observó.
Una vez superado todos los obstáculos sólo le quedaba anoche un objetivo: “Emborracharme”, confesó sin tapujos. Más allá de eso no había planes. “No hay que tener ninguna prisa ni ninguna ansiedad por llegar a ningún sitio”, se dijo a sí mismo en voz alta.