El castrismo se perpetúa en Cuba con la elección de un Gobierno leal al régimen
Raúl Castro se perfila como sucesor de Fidel al frente de un Ejecutivo que sopesa introducir reformas económicas
Actualizado:La dirección del Gobierno de Cuba cambia hoy de manos, aunque Fidel Castro, su presidente hasta hora, puede perpetuar el castrismo a través de la elección más que probable de su hermano Raúl.
En el exterior se ha entendido que la renuncia del comandante a presidir la jefatura del Estado podía abrir la puerta a cambios en el régimen, afianzado en 50 años de revolución.
Los dirigentes comunistas preparan reformas, pero previsiblemente se circunscriban al campo económico, para que el sistema no sucumba y políticamente todo siga igual. «Si no se introduce una apertura económica sería el suicidio político del castrismo», comentó un especialista en vísperas de conocerse la composición del nuevo Consejo de Estado.
Raúl Castro, de 76 años, al asumir provisionalmente el poder en julio de 2006 a causa de la enfermedad de su hermano, que al final le ha apartado de la primera línea de mando, invitó a todos a expresar sus críticas hacia el régimen. Además, introdujo un nuevo estilo de gobernar con menos comparecencias públicas, discursos más cortos y mensajes directos que llegan a la gente: el salario es insuficiente, «para tener más hay que producir más», no importa que los campesinos ganen más mientras produzcan más y más barato.
La reacción fue unánime: en barrios, empresas, cartas a los periódicos o en intervenciones ante altos funcionarios, los cubanos dijeron lo que no les gusta. Se quejaron abiertamente de las dificultades para llevar alimentos a la mesa o comprar ropa, de la prohibición de viajar, tener Internet o cable de TV, alojarse en hoteles reservados sólo a extranjeros en su propio país, comprar y vender casas y coches o vivir con la doble moneda que se cambia a 25 pesos cubanos por un CUC (1,20 euros). Este intenso debate propició en los cubanos la esperanza de que el nuevo Gobierno concrete los «cambios estructurales y de concepto» anunciados por Raúl el pasado mes de julio.
En la calle, Radio Bemba echa humo: se dice que van a permitir la venta libre de coches entre particulares hasta los del año 1990 -los más modernos no estarían incluidos en la medida-. Dicen que van a unificar las monedas, pero nadie se explica cómo será posible. También que van a «apretar» en los centros de trabajo.
Lo cierto es que todos tienen la vista puesta en la reunión de hoy de la Asamblea Nacional. De momento, además de aprobar a sus responsables, los diputados nombrarán el Consejo de Estado, el máximo órgano ejecutivo.
La quiniela da por seguro que Raúl Castro será su presidente. Si se respeta el actual organigrama, el cargo de primer vicepresidente, desempeñado por Raúl, podría ser para Carlos Lage, de 56 años y actual secretario ejecutivo del Consejo de Ministros, un pediatra convertido en uno de los puntales de la tímida apertura económica iniciada en los años 90.
Reforma constitucional
«Es impensable que los dos Castro salgan a la vez del poder. Tal vez, dentro de cinco años haya relevo generacional, pero no en este momento crucial», aseguró un analista local. Sin embargo, no se descarta una reforma constitucional que separe los cargos de jefe de Estado y jefe de Gobierno.
En ese caso, Lage, quien en la practica ha sido el primer ministro, podría ocupar la presidencia del Gobierno, aunque la Asamblea no necesariamente debe elegir hoy el Consejo de Ministros.
Y mientras se deshoja la margarita, Fidel Castro seguirá como «soldado de las ideas» publicando reflexiones y enviando mensajes. En su primer texto como compañero Fidel adelantó que estaba «enfrascado en hacer constar mi voto unido» a favor de la presidencia del Parlamento y del nuevo Consejo de Estado y «de cómo hacerlo».
Probablemente envíe hoy un mensaje a la Asamblea, de la que es diputado, con la esperanza de que como dijo en su mensaje de renuncia a la jefatura del Estado, «mi voz tal vez se escuche».