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El gran mazazo para Jerez
La desaparición del 'holding' de los Ruiz-Mateos abrió una profunda crisis económica y laboral en una ciudad en la que sólo en el sector del vino daba trabajo a unas 2.000 personas
Actualizado: GuardarEn los tiempos en los que Rumasa aún estaba en manos de la familia de José María Ruiz-Mateos, el holding de la abeja daba trabajo a más de 2.000 personas sólo en el sector del vino y las bodegas en Jerez, la ciudad en la que nació esta empresa familiar a principios de la década de los 60.
Es por eso que hoy en día, 25 años después del proceso de expropiación forzosa del grupo empresarial ordenado por el primer Gobierno del PSOE, basta con salir a la calle en Jerez para encontrar algún ex trabajador de la Casa, como casi todos siguen llamando a la compañía de los Ruiz-Mateos, o como poco a alguien con algún familiar que ha estado relacionado con el holding.
Por el mismo motivo, el varapalo que sufrió el conglomerado empresarial liderado por José María Ruiz-Mateos también se tradujo en un gran mazazo para Jerez, «porque se perdieron muchos empleos y se provocó una situación de la que todavía no se ha recuperado la ciudad», apunta Eugenio Díaz, antiguo empleado de Rumasa que añade que «el ritmo de Jerez, ése que va de la quietud del parado al paso del prejubilado, es sin duda una herencia de aquello».
Las cifras que los sindicatos -que nunca mostraron simpatías por la gestión, la trayectoria o la persona de Ruiz-Mateos y que secundaron las razones ofrecidas por el Gobierno socialista para la expropiación- barajaban apenas tres años después de 1983, ya estimaban que se habían producido unos 700 despidos en el sector del vino, de ellos unos 400 en las bodegas.
Eugenio Díaz, sentado en el hall del hotel en el que antiguamente estaba la sede del Banco de Jerez, recuerda que la noticia les cogió de sorpresa la mañana del jueves 24 de febrero «cuando llegamos a trabajar. Alguien trajo una pequeña televisión, y allí vimos a Miguel Boyer -entonces ministro de Economía- explicar lo de la expropiación».
Díaz, que trabajaba en 1983 en Bodegas Internacionales, resalta que «la primera reacción fue de incredulidad, y más tarde llegaron la incertidumbre, el temor y el enfado. Eran nuestros trabajos, el pan de nuestra familia y aquello iba a afectar a medio Jerez».
Después vino la intervención estatal y «la aparición de aquellos cuatro personajes que llegaron preguntando todo, que querían saber todo y que sacaban sus propias conclusiones y justificar lo injustificable a toda costa», dice este antiguo empleado que lamenta que «en la ciudad nadie tuviera lo que hay que tener para levantarse, para gritar y decir que aquello no se podía consentir».
En opinión de Díaz, la clase política de entonces, con Pacheco a la cabeza, «no estaba por la labor», y la clase alta y los propietarios de los negocios bodegueros «le dieron la espalda a Ruiz-Mateos, porque con lo de la expropiación perdieron a su principal competidor».
Sí tuvo más apoyo entre los trabajadores, entre los que es difícil encontrar hoy en día a alguno que hable mal de «don José María», aunque pese a eso «tardamos un tiempo en salir a la calle», en una gran manifestación en 1986, que congregó a entre 20.000 y 30.000 personas y que es una de las más multitudinarias de las celebradas en una ciudad «tan apática como Jerez», dice Eugenio Díaz.
Claro que hubo de todo. «Algunos trabajadores aplaudían la expropiación y decían aquello de vamos a ser todos funcionarios. Luego se arrepintieron, porque lo que ocurrió es que gente de mediana edad tuvo que poner a montar bares, a hacer seguros o lo que pudieran», recuerda Díaz.
Díaz, como muchos otros, también recuerda «la memoria prodigiosa y el trato cercano de Ruiz-Mateos con sus plantillas». Otras voces rechazan hoy en día ese paternalismo, esa forma de condicionar a los trabajadores, pero «vivíamos estupendamente, nadie dejó de cobrar nunca, ni un proveedor ni un trabajador, e incluso nos facilitaba que nuestros hijos estudiasen pagando los gastos, matrículas, libros».
Ahora la familia de José María Ruiz-Mateos han vuelto a hacer negocios en Jerez, aunque a mucha menor escala que en aquella etapa, cuyo fin, según opinan muchos, sigue siendo un lastre para la ciudad.
ppacheco@lavozdigital.es