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La veta asturiana
El autor gijonés Nacho Vegas publica simultáneamente dos álbumes
Actualizado: GuardarEl nombre del proyecto alude a la cita evangélica del hijo pródigo como forma simbólica de representación del retorno del rock a la música de raíces. De hecho, tanto Xel Pereda como Nacho Vegas llevaban algún tiempo en busca de una empresa que redimensionara el cancionero tradicional de su tierra, Asturias, a través del lenguaje rock, tomando como analogía la presencia del folk anglosajón y su íntima relación con dicho lenguaje.
Y el espléndido álbum homónimo de Lucas 15 (Lloria Discos; 2008) concreta con acierto unas conclusiones facilitadas por la previa conexión entre ambos músicos: Xel Pereda forma parte desde 2004 del grupo de Nacho Vegas, Las Esferas Invisibles, además de secundarlo en sus conciertos tanto en solitario como compartidos con Bunbury o Christina Rosenvinge. Conocedor del folclore asturiano gracias a unos inicios ligados a grupos como Felpeyu o Llan de Cubel, Xel Pereda actúa de motor de un proyecto en el que también se han implicado otros músicos asturianos como Chus Naves (órgano, piano y coros), Luis Rodríguez (bajo) o Manu Molina (batería). El repertorio discurre por canciones de cuna, villancicos, romances o canciones de ciego que tratan sobre amor y muerte, inspiradas en cierta forma por álbumes como Murder Ballads (1996) donde el australiano Nick Cave abordaba temas procedentes del folclore.
En el caso de Lucas 15, las canciones quedan tamizadas por una lúcida lectura que baraja lirismo y tensión a través de valiosos episodios del calado de Los fayeos de Mayo, el íntimo cierre de la mano de Con tomillo y romero o un No hay tal andar que Vegas incorporó a su guión de directo hace ya algún tiempo. Las aportaciones corales de Voces de Cimadevilla o del Orfeón Gijonés refuerzan el engarce con unas raíces impulsoras de un álbum grabado, mezclado y masterizado por Pereda en su estudio de Gijón y publicado en un sello creado por él mismo junto a Montse Álvarez (Nosoträsh) quien también colabora con coros en un par de temas. Un trabajo que desborda con creces el terreno de la anécdota puntual para situarse, brillante y arriesgado, entre la producción necesaria de ambos autores.
Por si fuera poco, el activo Nacho Vegas recalca su parcela de novedad con Canciones Inexplicables 2001-2007 (Limbo Starr; 2008), un doble CD recopilatorio que repasa su trayectoria a través de una certera selección de 23 canciones, respaldada por un necesario libreto donde Vegas introduce sus canciones y textos.
Desde su primer álbum, Actos inexplicables (2001) hasta su reciente EP Verano fatal (2007) junto a Christina Rosenvinge, el recorrido radiografía con precisión la crónica de uno de los autores primordiales del rock nacional del nuevo siglo. Un músico, no exento de su dosis de malditismo, dotado para edificar un universo propio a partir de un rico cuadro de referencias.
Un espacio donde Bob Dylan, Leonard Cohen o un Townes Van Zandt, a quien adapta con Que te vaya bien, Miss Carrusel, intercambian guiños con el folclore de su tierra o con una impronta literaria que apela a autores como Raymond Carver o Barry Gifford. Canciones Inexplicables 2001-2007 llega para perfilar la mejor síntesis de su obra.