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Santos de Veracruz pinta el alma bandolera de Ruibal en el Baluarte
El «pincel más travieso de Gramanet», según el cantautor gaditano, trae a la ciudad una muestra que recoge «lo mejor de dos años de curro» El artista crea murales en los directos de Muchachito Bombo Infierno
Actualizado: GuardarNo queda del todo claro si Santos de Veracruz pinta al ritmo de Muchachito, o es Muchachito quien toca al compás de su pincel. Ayer, en el Baluarte, las canciones de Ruibal y los colores del artista catalán se fundieron de tal manera que no se sabía a ciencia cierta dónde empezaba una cosa y dónde acababa la otra.
El dibujante de Víbora o Cáñamo, entre otras publicaciones suburbanas, inauguró en Cádiz una muestra de lo mejor de su trabajo en los últimos dos años. La propuesta, que arrasó en el Centro de Arte Contemporáneo de Barcelona y en la Fundación bbk de Bilbao, se divide en tres partes: Una Sala A presenta proyecciones en las que Santos pinta sus murales durante las actuaciones de Muchachito, junto con otras piezas de formato y técnicas heterodoxas. En la Sala B presenta dibujos, pinturas e ilustraciones atadas por un único motivo inspirador: el flamenco. Finalmente, la Sala 3 es «un verdadero cajón de sastre con todo lo que merece la pena de cómic, cartelería, publicidad, carátulas y divagaciones varias, y que no entraban, por su naturaleza, en ninguna de las anteriores».
Para lucir en Cádiz sus Almas Bandoleras, Santos se dejó arropar por algunos de sus muchos amigos gaditanos. Ruibal bromeó con los lazos provinciales «del pincel más travieso de Gramanet», y avisó: «Como ahora tiene una novia de por aquí, el Ayuntamiento amenaza con empadronarlo en la ciudad, pero él quiere entrar por la avenida, y que lo lleven en volandas, igual que a un rey». Después de la singular presentación, el cantautor marcó los primeros compases de El contrabandista, y justo cuando la concurrencia empezaba a preguntarse cómo se pinta un arpegio, Santos soltó la mano y comenzó a sombrear la pared. A medida que los trazos marcaban el perfil de un personaje de rasgos agudos, tocado con un sombrero sin copa y una expresión pícara, La bella impaciente aceleró el tempo y Santos lo siguió con rapidez. Cuando Lo que me dice tu boca brindaba sus acordes finales, el señor de la pared portaba un enchufe que encajar justo en mitad de un enorme y rojo corazón.