Ciudadanos

«Que te pego, leche»

Los disfraces, actos esperpénticos e, incluso, su partido político fueron parte del 'show' mediático que Ruiz-Mateos mantuvo durante años para que no se olvidara la expropiación

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Todos los que lo conocieron en los años previos a la expropiación hablaban de él como un hombre serio, reservado, muy trabajador y profundamente religioso. El perfil de José María Ruiz-Mateos no hacía sospechar en absoluto el espectáculo mediático que ofreció durante gran parte de los años ochenta y noventa a un país que asistía entre la perplejidad y la carcajada a su peculiar lucha por mantener vivo el llamado caso Rumasa. Años más tarde el empresario jerezano confesaría el gran esfuerzo humano y psicológico que le supuso protagonizar esa cruzada en la que un día se disfrazaba de Superman y al día siguiente cargaba con una cruz a las puertas de los juzgados de Plaza de Castilla en Madrid.

Su lucha por conseguir que los medios de comunicación y la opinión pública española no mandara la expropiación de Rumasa al cajón del olvido, estuvo jalonada de numerosos y extravagantes actos de protesta como los anteriormente citados y de varias entradas y salidas de la cárcel.

Especialmente sonada fue su agresión el 3 de mayo de 1989 al que fuera ministro de Economía durante la intervención del holding de la abeja, el socialista Miguel Boyer. Al grito de «que te pego, leche», Ruiz-Mateos golpeó con el puño en la cabeza al marido de Isabel Preysler y le partió las gafas en medio de un gran tumulto a la salida de los juzgados.

En este mismo año, el empresario creó su propio partido político, Agrupación Ruiz-Mateos, y se presentó con gran éxito a las elecciones al Parlamento Europeo consiguiendo dos escaños y más de 600.000 votos. Su enorme popularidad y su simpatía entre los españoles fueron fundamentales. La formación política siguió presentándose a distintos comicios hasta 1994, aunque nunca lograría obtener más representantes en las instituciones públicas.

Su empeño por mantener vivo en la memoria colectiva el recuerdo de la expropiación de su grupo de empresas, le llevó a protagonizar momentos ciertamente esperpénticos. En estos 25 años Ruiz-Mateos ha sido declarado en busca y captura en varias ocasiones. Cuando algo así sucedía hacía visitas relámpago a fiestas locales, ferias y acontecimientos populares de este tipo, donde burlaba a la Policía y desaparecía dejando como único rastro las fotografías e imágenes que después se publicaban en los medios de comunicación.

El capítulo de los disfraces está repleto de anécdotas. El más conocido de todos sus atuendos fue el de Superman, aunque Ruiz-Mateos no tuvo inconveniente en vestirse de presidiario, anciano (como parodia a la lentitud de la Justicia), de chulapo madrileño o de nazareno. El actual propietario de Nueva Rumasa se encargó de que todos los españoles conocieran su caso y, además de sus apariciones constantes en radio, televisión y prensa, pagó avionetas que paseaban grandes pancartas por los aires en las más importantes playas del litoral español. Hasta hace un par de años aún era posible toparse con alguna de ellas, sobre todo en la costa andaluza.

A medida que pasaban los años y la Justicia iba determinando responsabilidades sobre el caso Rumasa, las apariciones de Ruiz-Mateos fueron disminuyendo en su frecuencia. Los últimos coletazos de su larga campaña mediática fueron en forma de spot televisivo. Realizó un anuncio de una de sus marcas con un actriz de rasgos muy similares a los de Isabel Preysler y como eslogan de sus bombones Trapa eligió una frase que evocaba aquel día de mayo de 1989 en los juzgados, «que te atrapo, leche».