opinión

PP, PSOE y abstención

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La tradicional pegada de carteles fue anoche virtual, pues a la red no le interesa tanto la imagen como el significado. El cubo y la brocha en manos del líder, ensuciando una fachada con el cartelón de su mejor sonrisa, es realismo inexpresivo y en desuso; la modernidad del nuevo milenio exige transmitir significados, y el de anoche venía a ser la atracción que las dos fuerzas políticas con clientelas mayoritarias ejercen sobre una sociedad que, por afinidades, se polariza en tres sectores: el socialista, el popular y la abstención. (Lo antedicho no menosprecia la dignísima representatividad democrática de los partidos nacionalistas o regionalistas, ni obviamente la de IU y sus versiones periféricas). Están muy igualadas las fuerzas del PP y del PSOE, y anda cerca de ellos la abstención, en Cataluña al menos, donde habría crecido hasta 17 ó 18 puntos el desafecto a la política desde las elecciones del 2004.

Se tiene la idea, bien fundada estadísticamente pero no categórica, de que la abstención favorece a la derecha, lo cual puede ser aún más cierto ahora por el hecho de que varias medidas del presidente Zapatero han irritado a los sectores más conservadores, o simplemente conservadores, y a la alta jerarquía de la Iglesia Católica, todos los cuales han mostrado ya en la legislatura gran capacidad de movilización.

De ahí que el 9-M no sea lógico que al PP se le quede algún votante en casa. Al conocerse los primeros eslóganes se ha comprobado que parecen elaborados con inteligencia e imaginación. En el primero del PSOE, «Vota con todas tus fuerzas», hay una petición a su electorado para que haga un esfuerzo por desplazarse hasta la urna y se lleve a un vecino de paso.

El eslogan del PP, «cabeza y corazón», transmite coherencia, por un lado, y proximidad y afecto al ciudadano, por el otro. Pero no llama al voto, que el conservador ya está seguro y no hay por qué despertar a los jóvenes airados que dieron hace cuatro años la victoria a Zapatero. Ha crecido en los últimos días la esperanza popular, así se ve cómo Rajoy ofrece la paz a los nacionalismos, sobre todo a CiU, por si el 9-M llegaran a cumplirse sus sueños.

La campaña en Cataluña, con la mayor abstención augurada hasta ahora, va a desarrollarse con recelos políticos. Rajoy y Mas calcularían ya, respectivamente, lo que el primero puede conceder al segundo, y lo que éste puede exigir al primero. Sabe Mas que en 1996, Aznar dio vuelta al calcetín y Pujol consiguió lo que pedía, que era mucho. Ahora, sin embargo, la petición inicial nacionalista sería dramática: retirada del recurso que contra artículos muy importantes del Estatut ha presentado el PP ante el Constitucional. ¿Podría Rajoy doblar hasta ese extremo la rodilla?

Y Montilla, líder del PSC, procurando marginar los recelos que le inspira el presidente, pues si ganase el PSOE, Mas recibiría varias ofertas apetecibles de Zapatero, por lo caros que se pondrían los votos para la investidura. Montilla se niega a contemplar coaligado con el gobierno de Madrid a quien tiene de oposición en Cataluña, y es muy lógico.

Pero Mas disipa hipótesis y atiende al apremio electoral.