Zapatero apela al voto sentimental de la izquierda para motivar al elector
Cifra sus esperanzas en el rechazo a un PP que se ha mostrado muy escorado a la derecha
Actualizado: GuardarSi hay participación, la victoria está garantizada. La convicción de que la sociedad española se siente identificada, de forma mayoritaria, con los valores que representan sus siglas ha llevado a los hombres de José Luis Rodríguez Zapatero a diseñar una campaña emotiva, destinada a tocar a la fibra sensible de sus electores potenciales. Los socialistas cifran sus esperanzas en el rechazo hacia un PP que durante toda la legislatura se ha mostrado excesivamente escorado hacia la derecha. Y utilizarán la fortaleza electoral de su enemigo como elemento movilizador. Su lema: «Vota con todas tus fuerzas».
El presidente del Gobierno resumió ayer, durante la pegada de carteles virtual, la intención que esconde el mensaje: quedarse en casa, es dar un voto a Rajoy. «No es suficiente con desear que ganemos, hace falta ir a votar porque el voto de los ciudadanos es todo lo que tenemos y lo único que tenemos», advirtió. Los anuncios televisivos que durante los próximos quince días emitirán las cadenas públicas responden de manera sutil a esta idea. Los tres 'spots' dirigidos por la cineasta catalana Isabel Coixet carecen de críticas al contrario. Y dan la clave de la estrategia pergeñada por el comité electoral del partido.
Los socialistas buscan empatía. No piden que se les vote por lo que han hecho, sino por lo que son. O, como diría el propio Zapatero, por «lo que representan». Tras este intento subyacen las enseñanzas del gurú demócrata de la comunicación política, el norteamericano George Lakoff, fichado como asesor internacional por el PSOE para este proceso electoral: «la mayoría de la gente no vota por sus intereses -sostiene en el manual 'No pienses en un elefante'-, sino según su identidad, sobre la base de quiénes son, de qué valores tienen y a quién y a qué admiran».
Dudas
De ahí que destacados miembros de la ejecutiva socialista pongan en duda la efectividad del discurso amenazador del PP sobre la marcha de la economía. Y de ahí, también, que el Gobierno se haya negado a admitir la necesidad de adoptar medidas de choque para hacer frente a las 'vacas flacas' y ofrezca una respuesta más sentimental. En la apertura oficial de la campaña -celebrada por primera vez en Madrid junto a la ministra de Educación y número dos en las listas, Mercedes Cabrera- el jefe del Ejecutivo volvió a tocar la tecla emocional. «Estas son unas elecciones decisivas, no porque decidamos entre avanzar más despacio o más deprisa, sino porque decidimos entre seguir avanzando o retroceder; decidimos entre el diálogo y la convivencia o el ordeno y mando», dijo.
La fe en esta táctica, con todo, no siempre ha sido ciega. La promesa de devolver 400 euros a los contribuyentes fue, no en vano, producto de la preocupación en el cuartel general socialista ante la rápida penetración del mensaje popular entre las clases medias. También causó intranquilidad el recurso del PP a la inmigración (la adopción por contrato de las costumbres españolas) y su propuesta de rebajar la edad penal hasta los 12 años. Ambas contaron, según las encuestas, con un elevado grado de aceptación ciudadana; incluso entre votantes del PSOE. Las mentes pensantes del partido llegaron a plantearse hace pocos días, tras el impactante pronóstico del CIS que situó a Rajoy a sólo 1,5 puntos de Zapatero, un cambio de rumbo. Pero finalmente, todo seguirá igual.