PÚBLICO. Los seguidores llenaron ambos mitines. / EFE
ESPAÑA

Un fuerte viento de levante

Chaves y Arenas convierten Cádiz en el primer cuadrilátero electoral

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LUNA llena y viento de levante. La noche en Cádiz está más propicia para narrar un cuento de suspense que para asistir a un mitin electoral. El salón principal del hotel Atlántico, sin embargo, se llena para ver a Manuel Chaves. La 'tacita de plata' hace las veces de cuadrilátero político. En la misma plaza y a la misma hora, otros gaditanos se estaban citando con otra persona. Concretamente con Javier Arenas. El rival de Chaves también se ha decantado por Cádiz, aunque Arenas concurre por Almería -ciudad donde cerrará la campaña-.

Muchos gaditanos no recuerdan ver a tanta policía patrullando sus calles. La presencia de dos candidatos a la presidencia de la Junta de Andalucía impresiona, pero es que no estuvieron solos.

Chaves contó con la compañía del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, cabeza de cartel de los socialistas al Congreso por Cádiz.

En el rincón de Arenas se sentaban, nada más y nada menos, que Mariano Rajoy, presidente nacional del PP y candidato a la presidencia del Gobierno y la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, que va a cambiar el antiguo hospital de las Cinco Llagas por la Cámara baja.

Repóker de ases políticos. ¿Por qué Cádiz? Chaves lo tiene claro, es su provincia. Lo de Arenas y Rajoy se justifica en el simbolismo. La ciudad que vio nacer la Constitución de 1812 es un buen punto de arranque. Hay otros motivos más domésticos. Socialistas y populares se estarían jugando en un estrecho margen el último representante, tanto al Congreso como al Parlamento.

El eco de las coplas de carnaval aún resuellan en las callejuelas del barrio de La Viña. Los políticos siempre han sido un filón para los autores de las letras de comparsas, chirigotas y coros. Los mitineros lo tienen difícil siempre que llegan a esta tierras para colar algún chiste en sus alocuciones. Pero como si de la final del Gran Teatro Falla se tratase, unos y otros, se lanzaron pildorazos de gran calibre a los que sólo le faltó la música.