carta al presidente AMANDO DE MIGUEL

Hay que entender

MI querido presidente. Ha ganado usted limpiamente las elecciones, pero no por mayoría absoluta, a Dios gracias. Quiere esto decir que no va a tener más remedio que entenderse con el otro gran partido para algunos asuntos fundamentales: política exterior, antiterrorismo, inmigración. Porque la experiencia del último cuatrienio es que no ha habido tal acuerdo básico, imprescindible en una democracia avanzada.

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Aparte de ese acuerdo de principio, le pido que cambie algunos de los usos retóricos, desgraciadamente tan generales en la llamada clase política. Primero, no lea los discursos; hable con naturalidad. Luego, no nos llame 'ciudadanos', sino españoles. En todo caso, no olvide que somos 'contribuyentes'; es decir, que le pagamos su sueldo. Tendrá que merecerlo. No le dé vergüenza decir 'España'.

Puestos a dirigir la política económica, no nos regale nada, ni siquiera en forma de aumento de pensiones o de rebaja de impuestos. Bastará con que no suba los impuestos (incluyendo tasas y multas) y elimine alguno. Pero, sobre todo, gaste usted bien los ingresos del erario (que siempre es público). Por ejemplo, no utilice los coches oficiales en actos del partido, menos aún en actividades privadas. Es primordial la decisión de no gastar dinero en campañas de civismo (conducir serenos, no hacer paellas en los bosques, etcétera). Debe usted dar la sensación de que tiene muchas cosas que hacer y de que le gusta su trabajo. Saque algún tiempo para leer algún libro y que se note que lo ha leído. Practique el idioma inglés todo lo que pueda. Antes de que termine el año vaya a ver humildemente al nuevo presidente de Estados Unidos. Dígale que los españoles estamos con los aliados, contra los terroristas y los dictadores de toda laya. Recuerde que la 'utopía' es lo que no tiene lugar en este mundo. Así que huya de propuestas utópicas, como la de rebajar los precios por decreto o asegurar el pleno empleo. Lo del «pleno empleo» es como asegurar que no va a haber enfermedades. Desmonte los oligopolios legales o ilegales; los precios bajarán automáticamente. No proteja a los 'campeones nacionales' (las grandes empresas radicadas en España) sino a las empresas innovadoras, sea cual sea su radicación. Cuanto más fácil sea contratar y despedir a los trabajadores, más empleo habrá. Procure que haya una Justicia independiente, aunque no sé si ese deseo entra en la categoría de lo utópico.

El día de su toma de posesión no prometa defender la Carta Magna; jure cumplirla, como tenían que hacer los viejos reyes con los fueros.

Por encima de todo, trate de gobernar para el conjunto de los españoles, no sólo para los de su cuerda. Elija a sus ministros con el principio de la cuota de cultura. Esto es, todos ellos deben ser personas cultas. No debe importar la estatura, el sexo u otras características físicas.

Si incumple usted las peticiones enunciadas, no va a durar ni una semana con el manto de la legitimidad. Acuérdese de los idus de marzo.

Espero que esta carta se la pasen. Atentamente,