«No me sentí del todo viva hasta que no pisé de nuevo un escenario»
La intérprete, que comenzó en enero su gira de «regreso» tras superar un cáncer de mama, demostrará mañana en Cádiz que está «llena de ilusión y de fuerza»
Actualizado:Luz Casal lleva, por primera vez en su vida, el pelo corto. Es la única secuela obvia de la grave enfermedad que la ha mantenido casi dos años lejos del «calor imprescindible» de su público. Por lo demás, mantiene el ánimo intacto, el coraje firme y un excelente sentido del humor como eternos compañeros de viaje. Sin excesos, «angustias» ni «dramatismos», afronta su deseada vuelta a los escenarios en una gira de 50 conciertos que hará mañana parada en Cádiz. A tenor de la fuerza cegadora con que brilla, esta Luz no se apaga.
-Está comenzando ahora su esperada gira del regreso. Lleva sólo ocho conciertos del medio centenar que tiene programados. ¿Cómo llega a Cádiz?
-Estupenda. Llena de ilusión y de fuerza. Y con el incentivo añadido de que hace mucho que no actúo por ahí. Demasiado.
-¿Conoce Cádiz?
-La conozco. Es una de esas ciudades maravillosas de las que una siempre se va pensando en volver.
-Confesó que tenía miedo a que, después de su silencio involuntario, la gente se hubiese olvidado de usted. ¿Se han disipado ya completamente sus dudas?
-En realidad no era miedo, sino una especie de desazón, hasta cierto punto razonable. No he llegado a pensar nunca que el público podría olvidarme, pero mi trabajo consiste en hacer discos y luego llevarlos de gira. Si estás algún tiempo en el dique seco, aunque sea preparándote, leyendo, viviendo, a la sombra, corres el riesgo de perder actualidad. Pero siempre hay gente que te quiere y que te espera. Gracias a Dios.
-Vida tóxica. Es un título muy significativo.
-Sí, pero no pretendía hacer un disco autobiográfico, ni un reflejo de mi actual estado de ánimo. Quería que cualquier persona pudiera acceder a ese trabajo, disfrutarlo y entenderlo sin tener por qué conocer las circunstancias por las que pasé.
-Pero hay determinadas canciones que tratan, por ejemplo, de los efectos secundarios de algunos fármacos...
-Claro. Tampoco se trataba de eludir lo que me ocurrió. De esconderlo. No es un tabú. Hay versos y reflexiones, como en Sueños raros, Espérame, o Cara y Cruz donde se trasluce un poco la historia, algunos detalles y matices, pero sin dramatismos...
-Al final le ha salido un disco rotundamente optimista.
-Por supuesto, tengo muchos motivos para ser optimista: el primero es que estoy aquí.
-El poeta Mario Benedetti dice que la música cura.
-¿Completamente de acuerdo! La música, en general, es un valor que debería ser de consumo obligado entre la gente: cura, y amansa a las fieras, y combate la violencia, y predispone al diálogo... Y siempre ayuda.
-Otro poeta, Bécquer, decía que hay que sufrir para que se acerquen las musas...
-Bueno, no voy a ser yo quien le lleve la contraria a Bécquer (risas), porque además me encanta, aunque estoy sólo en parte de acuerdo con esa leyenda: el sufrimiento puede ser una fuente de creatividad, de inspiración, pero no es la primera ni la única.
-¿Cuáles fueron sus primeras sensaciones cuando se vio, de nuevo, encima de un escenario?
-Me sentí plena. Era lo que más deseaba. Noté el calor de la gente. Su cercanía. Fue completar un proceso: para volver a la normalidad tenía que grabar un disco y ponerme en carretera. No me sentí del todo viva hasta que no pisé, de nuevo, un escenario. El pasado 12 de enero culminó algo importante: se cumplió un deseo. Y eso ocurre tan pocas veces que es... muy difícil de describir.
-¿Diría que canta ahora de una manera distinta?
-Aproveché ese parón para reflexionar y plantearme cosas... Estudiar un poco mi manera de cantar, mis conciertos... De todas formas, cualquier experiencia de este tipo te afecta, aunque no quieras. No creo que haya ningún cambio radical en eso, pero algo...
-¿Cree que la prensa se ha portado bien con usted?
-Sí.
-¿Y la gente?
-Mejor todavía.
-¿Cuáles son sus proyectos a corto y medio plazo?
-Actuar esta noche. Y luego actuar en Cádiz. Eso, de por sí, ya requiere concentración y responsabilidad. No puedo ni quiero pensar en otra cosa. No voy a hablarte de próximos discos, aunque los tengo en mente, ni de próximas giras, que las habrá, porque... En la situación en la que estoy ahora, con viajes y tal, la prioridad es hoy. Lo demás, ya se verá. dperez@lavozdigital.es -Ha sido un regreso con premio: su último disco está cosechando un gran éxito internacional. ¿Qué ofrece su música para calar en mercados tan distintos como Grecia, Finlandia, Turquía o Hong Kong?
-No conozco la clave, de verdad. Me encantaría controlarla, para esforzarme más y utilizarla. Supongo que tiene que ver con la capacidad de la música, como lenguaje, para comunicar por encima de cualquier idioma, por encima de diferencias culturales o sociales. Está por encima de todas las barreras. Es curioso, pero hay canciones capaces de calar hasta el fondo en gente que no sabe exactamente lo que dicen. Hace poco me ocurrió una cosa muy bonita. Una chica polaca se me acercó después de un concierto, en un hotel de Murcia, y me dijo: «Estoy aquí porque una vez la escuché cantar y sentí la necesidad de entender lo que cantaba». Así que se vino a estudiar español. Como comprenderás, esas historias personales explican, por sí mismas, muchas cosas.