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La oposición ultima una alianza sólida en Pakistán para derribar a Musharraf

Pakistán empieza a escribir una nueva página de su historia democrática. Tras ocho años de régimen militar, los partidos políticos vuelven a tener en sus manos la posibilidad de dirigir los destinos de un país que aún no termina de creer unos resultados electorales catastróficos para los aliados de Pervez Musharraf. A falta de los números definitivos, con 258 de los 272 escaños ya adjudicados, el Partido Popular de Pakistán (PPP) se convierte en la principal fuerza. El viudo de Benazir Bhutto, Alí Zardari, se mostró conciliador en su primera comparecencia pública tras los comicios y alargó la mano «a todas las fuerzas para poder formar un gobierno nacional y cambiar el sistema todos juntos».

MIKEL AYESTARAN
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Esta invitación no incluye, sin embargo, a la Liga Musulmana Qaid (PMLQ), fuerza que respalda a Musharraf. Descarta trabajar con un ex general cuyo futuro «deberá decidir el Parlamento». Zardari también adelantó que en ningún caso piensa postularse para el cargo de primer ministro, puesto que se dispone a ofrecer «a un miembro destacado del partido».

Nawaz Sharif, líder de la segunda fuerza más votada, la Liga Musulmana Nawaz (PMLN), fue más explícito que su homólogo del PPP y una vez más insistió en «la necesidad de poner fin al poder del dictador». La rivalidad entre Musharraf y Nawaz es histórica, ya que el ex general fue quien protagonizó el golpe de Estado que acabó con el segundo Gobierno de Sharif en octubre de 1999. Pasada la sorpresa inicial, los analistas se han lanzado a la quiniela de posibles coaliciones para formar Ejecutivo.

La opción más aceptada es la que une a los partidos de Bhutto y Sharif, dos fuerzas lideradas en estos momentos por personas acusadas en el pasado reciente de graves delitos de corrupción. Un recuerdo turbio que los electores parecen haber obviado para castigar a Musharraf.

Nada de dimisión

A ellos se unirían los nacionalistas pastunes del Awami Nacional Party (ANP), la formación que sufrió dos atentados suicidas contra sus mítines en los últimos días de campaña. Una alianza encaminada a juntar los dos tercios de la Cámara precisos para plantear una moción de censura contra el actual presidente. Mientras en los despachos de los ganadores se discuten las alianzas, en el palacio presidencial Musharraf se aferra a su sillón y asegura que no piensa dimitir.