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EXPECTANTES. Los cubanos aguardan tranquilos los cambios que se avecinan. / EFE
MUNDO

Cuba se fija en el modelo chino

Los analistas coinciden en que Raúl Castro, probable sucesor de Fidel, optará por un aperturismo económico sin variar el sistema político La figura de Carlos Lage se fortalece como opción de recambio futuro

MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO
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En julio de 2006 comenzó el proceso de jubilación de Fidel Castro. Y con él la transición, que a partir del domingo profundizará su andadura hacia las reformas. Cómo se llevarán a cabo y con qué velocidad es una incógnita, aunque todos los analistas coinciden en que se introducirán mejoras económicas y sociales sin tocar las líneas básicas del socialismo caribeño. El régimen no adoptará una receta nueva: ya ha sido experimentada, de momento con éxito, en China y Vietnam.

El encargado de tomar las riendas de ese nuevo rumbo será -salvo sorpresas que tampoco se pueden descartar en este país que sabe guardar celosamente los secretos- el general Raúl Castro. Pero no lo hará solo. Hombre de partido al fin, podrá contar con el Partido Comunista de Cuba -ente superior en esta sociedad-, la vieja guardia -ya quedan pocos de los veteranos barbudos- y otra intermedia pero que, según dijo Fidel Castro en su mensaje de despedida, cuenta «con la autoridad y la experiencia necesarias para garantizar el reemplazo».

Entre estos, destaca Carlos Lage Dávila, quien ejerce como secretario ejecutivo del Consejo de Ministros, equiparable al cargo de primer ministro y tercer hombre en el organigrama del poder en la isla, y que en el pasado ha apoyado las iniciativas aperturistas de Raúl Castro. Su importancia ha llevado a algunos observadores a citarlo como un posible sustituto de Raúl en la primera vicepresidencia del Consejo de Estado e incluso hay quien piensa que podría ser elegido jefe de Gobierno en el caso de que por alguna razón el actual presidente interino optara por mantener un puesto más alejado de los focos. Lage, junto con el ministro de Asuntos Exteriores, Felipe Pérez Roque, es la cara más conocida internacionalmente después de los hermanos Castro, porque los ha representado en numerosas ocasiones en tomas de posesión, cumbres y reuniones internacionales.

Raúl Castro, además, como lo ha venido haciendo en los pasados diecinueve meses de convalecencia, también tendrá que contar con las a partir de ahora reflexiones del compañero Fidel. El hombre que gobernó la isla durante 49 de sus 81 años intentará seguir manteniendo su influencia desde esas líneas públicas. Y por qué no decirlo, también expresará su disconformidad con alguna de las medidas que vaya tomando su hermano, como ya lo ha hecho, sin que llegue la sangre al río, en este tiempo.

El Comandante continuará ostentando además la presidencia del PCC mientras no haya una renuncia expresa o un nuevo congreso de la formación comunista. También mantendrá su escaño como diputado, puesto que no ha renunciado a él, y por lo tanto, podría ser uno de los 31 miembros del Consejo de Estado.

Paquete de medidas

Pero, electo o no Fidel, lo que nadie duda es que los cambios deben producirse y, aunque no podrán ser tan rápidos como la gente desearía, se esperan que se agilicen algunos como aperitivo. Fuentes cercanas al régimen comentaron ayer que hay un «paquetazo» a la vista en cuanto se instale el nuevo Parlamento.

La sufrida población cubana está cansada de pasar dificultades en el transporte, la vivienda, la alimentación, la burocracia... Se queja de no tener acceso a internet abierto, de no poder comprar coches o vender sus casas. Y para colmo, en los últimos tiempos, las críticas alcanzan a los sectores de la salud y la educación, los dos pilares de la revolución castrista por el envío masivo de médicos y educadores en misiones internacionales.

La expectativa desde luego es muy grande. En realidad lo fue desde que Raúl Castro tomó provisionalmente el poder, pero el estilo raulista no avanzó como se esperaba. Algunos analistas presumen que pretendía evitar el choque entre las diferentes concepciones de los hermanos Castro. Para otros, la razón es de orden más práctico: elevar los salarios, aumentar la productividad, promover construcciones y otras acciones de ese tipo necesitan una importante inyección de billetes, a ser posible verdes.

Autocrítico

En cualquier caso, el discurso autocrítico del general Castro ha calado hondo y alentó a hablar a quienes ejercían el mutismo. Frases como las pronunciadas en diciembre pasado en el Parlamento reconociendo que había un «exceso de prohibiciones y medidas legales» pusieron de manifiesto el cambio de talante. Después, en enero, aseguró que la nueva Asamblea Nacional debería tomar «grandes decisiones». Lo que nadie espera es que esas resoluciones aparten a Raúl y a su Gobierno del comunismo. Según fuentes diplomáticas, él es «ante todo, un revolucionario».

Pero, por el momento, la ideología tampoco parece preocupar a la mayoría de los cubanos, centrados en la lucha diaria contra los elementos materiales.