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Cultura

Triunfo lector

Tal vez agobie un poco la exitosa comercialidad de los libros de Harry Potter, con la creación de una ansiedad lectora o con la artificiosidad de un final convertido en secreto a voces. Porque al final uno tiene la sospecha de no ser sino consumidor a ciegas, objetivo y víctima de un montaje multinacional, metódicamente preparado, extremadamente planificado y hasta progresivamente estrenado, cuyo resultado es un producto millonariamente vendido y comprado que ensombrece parcialmente la magia literaria escondida tras la fantasía de un niño mago.

ENRIQUE PORTOCARRERO
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Agobia un poco, insisto, aunque dado el contraste entre el escaso hábito lector y la magia de un libro que ya ha vendido más de once millones de copias, no se puede por menos que bendecir a la autora, al protagonista y a la inteligencia de una industria editorial que todavía puede crear éxitos millonarios, cuando en las sociedades modernas sólo prevalece la cultura televisiva. Éxitos materiales, además, que no se descargan o piratean, sino que se compran y se conservan como tesoros. Y no sólo eso, ya que la última entrega de Harry Potter es por encima de todo una novela infantil con buena literatura, cuyo principal mérito es su capacidad mágica para incitar y promover el hábito lector de millones de personas en todo el mundo. Un éxito comercial, pero también un triunfo para la literatura.