La historia de los ángeles, según Pablo García Baena
El autor glosó ayer en el Museo el valor poético de «esas criaturas hermosas y terribles»
Actualizado:El poeta comenzó su intervención a la manera de esos predicadores antiguos que impostaban la voz para recitar los textos sagrados. Aunque las palabras que lanzó al Museo, finalmente, fueron los versos premonitorios de un profeta secular: «Lo bello es sólo el comienzo de lo terrible», de Reiner María Rilke. A partir de ahí, Pablo García Baena utilizó Los ángeles turiferarios de Zurbarán como excusa para vertebrar una historia «íntima» de estas criaturas espirituales que «también son bellas y atroces». Glosó, en una relación exquisita de metáforas, imágenes y alegorías, su «blancor de estatuas espectrales», y no pudo dejar de referirse a un gaditano «que lo sabía todo de ellos»: Alberti, ese genio «que los conoció de cerca, en este territorio celeste que late posado sobre espuma oceánica». Ana Rossetti, doctora en Angelería, según el autor, «les reza en su devocionario particular y se diría que los adora, hasta carnalmente».
Según el escritor cordobés, los ángeles surgieron del primer halo creador de Dios, que cuando dijo «Hágase la luz, hablaba también de esa escolta de llamas acechantes». Posteriormente, tomaron «formas y estilos diferentes, puesto que también están sujetos a la moda». De ahí que haya querubines, mancebos, varoniles, perversos, dulces y guerreros. Y concluyó: «Los de Zurbarán visten una sobria elegancia: no necesitan más, por la luz intensamente maravillosa que los enciende y los alumbra de eternidad».