Marejadas
Hay marejada entre los espectadores por la serie Física o Química, el producto de Ida y Vuelta para la noche del lunes en Antena 3. Los comentarios son, casi todos, negativos: si esto es la adolescencia, vaya asco; si esto es la educación, vaya catástrofe; si esto es el futuro de mi país, vaya porquería. Y es verdad que el mundo de la serie es de los que impelen al exilio. Su retrato de la juventud y del mundo docente es, de puro progre y permisivo, estrictamente indefendible. El pavor a parecer represivo o autoritario -un prejuicio amamantado en las ubres del 68- ha conducido a proponer unas normas de conducta donde nadie se reprime nada y donde nadie acepta la menor autoridad.
Actualizado:Es algo así como el sueño del buen salvaje, pero subrayando con rotulador grueso la palabra salvaje y reduciendo al mínimo el calificativo bueno. Toda cultura descansa sobre un código de normas, principios, valores, que implican también un cierto número de prohibiciones. Esas prohibiciones son, por ejemplo, las que me impiden pisar la cabeza a alguien si su conducta me enoja. Cuanto más completa es una cultura, más racionales son esas prohibiciones: comprensibles por todos y objetivamente defendibles. En este contexto, la libertad no puede entenderse al margen de la responsabilidad: ambas se ennoblecen mutuamente.
El mundo mental de Física o química, por el contrario, circula en sentido inverso: recuso toda responsabilidad, interpreto mi libertad como simple apetito espontáneo, me rebelo contra toda prohibición y, en consecuencia, declaro vacíos cualesquiera principios. Del individualismo al relativismo, del relativismo al nihilismo. El mismo tipo de chaval que encuentra apropiado fumarse un canuto con mamá, es el que se arroja por el balcón sin razones para existir. Un desastre, en fin. ¿Es esto verdad? ¿Es así la juventud española? Los guionistas no han pretendido hacer una serie estrictamente realista, sino, más bien, pintar un escenario que fuera atractivo para un espectador adolescente. El resultado es abominable, y da mucho que pensar sobre la responsabilidad de la gente que hace televisión.