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Editorial

Hecho irreversible

El acuerdo alcanzado por los ministros de exteriores de la UE, dejando en manos de cada país miembro la decisión de reconocer o no a la Kosovo independiente, dio paso ayer a una cascada de declaraciones formales o anuncios de una inmediata aceptación diplomática del nuevo Estado. Kosovo no podía seguir de modo indefinido como un protectorado internacional bajo Naciones Unidas. Ante la falta de una mayor implicación política de la Unión Europea para lograr otras soluciones una vez finalizada la guerra en 1999, la provincia ha desembocado en una independencia poco deseable, a la que los responsables de exteriores ofrecieron ayer una respuesta falsamente unitaria. Como nuevo estado, su viabilidad resulta cuestionable y puede constituir un factor desestabilizador para los Balcanes. Pero una vez consumada la declaración unilateral, hubiese sido de desear que las instituciones de la UE brindasen una posición común y activa que amparase políticamente el compromiso adquirido para poner en pie las estructuras propias de una entidad democrática. La postura del gobierno español, negándose a reconocer a Kosovo como estado soberano, obedece a que considera la independencia declarada un acto ilegal en tanto que unilateral.

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Aunque la analogía que ayer estableció el ministro Moratinos con la guerra de Irak resulta del todo exagerada e improcedente. La ilegalidad de la decisión del parlamento kosovar es discutida por otros países atendiendo a la situación previa de limpieza étnica y genocidio. Pero sobre todo es el hecho mismo de la declaración lo que, a posteriori, precisa una lectura más realista como paso político irreversible. Tanto EE UU como Reino Unido, Francia, Alemania o Italia trataron ayer de evitar el vacío a que podría conducir su propio silencio en cuanto al reconocimiento o no del nuevo Estado. Al gobierno español le hubiese resultado extremadamente difícil sumarse, aunque fuese sin entusiasmos, a la corriente proclive al reconocimiento de Kosovo como Estado. Pero parece inevitable que se vea obligado a recorrer ese camino subrayando que el ejemplo kosovar, por sus trágicos antecedentes, ni puede ni debe convertirse en argumento favorable a las aspiraciones de los movimientos independentistas presentes en algunos de los estados de la Unión.