Un comandante declara que todo el Ejército «recelaba» de aviones como el Yak-42

El comandante del Ejército Antonio Bendala compareció ayer lunes ante el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska para testificar dentro del sumario por el que investiga el siniestro del avión ucraniano Yak-42, que costó la vida a 62 militares que volvían de Afganistán en mayo de 2003. Este oficial, médico neurocirujano desvinculado ya de las Fuerzas Armadas, declaró en el juzgado que antes del desastre «todo el mundo» entre los uniformados «recelaba» de los aparatos que eran contratados para trasladar tropas.

Según explicaron fuentes del caso, Bendala aseguró en su comparecencia que el temor de los militares a volar en los aviones alquilados a países de la antigua URSS era general. Muchos en Afganistán habían escuchado comentarios de compañeros acerca de esos aparatos y había cundido la idea de que existían «irregularidades manifiestas» en torno a este tipo de vuelos. Sin embargo, señaló el comandante, «era imposible negarse a subir» a los aviones, pues si alguien lo hacía podía ser arrestado. «Uno de la Armada se intentó negar una vez y le dijeron que se estaba jugando su carrera», detalló el oficial al juez.

Correo electrónico

Como prueba de esos temores, Bendala aportó a la causa una copia del correo electrónico que cuatro días antes del siniestro le envió el fallecido comandante e ingeniero militar José Manuel Ripollés, que describía así los aparatos empleados en los traslados: «Son aviones alquilados a un grupo de piratas aéreos (...), que con sólo ver las ruedas y la ropa tirada por la cabina de la tripulación te empieza a dar taquicardia».

Antonio Bendala, que como oficial médico había compartido destino tiempo atrás con José Manuel Ripollés en la Antártida, denunció también el mantenimiento deficiente que presentaba el aparato.