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El peor atentado desde la caída de los talibanes deja 80 muertos en Afganistán

Un terrorista suicida hizo estallar la bomba que portaba en medio de una competición de pelea de perros en Kandahar

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El ataque suicida más sangriento desde la caída del régimen talibán en 2001 segó la vida ayer de al menos ochenta personas y causó unos noventa heridos en un atentado perpetrado en la ciudad sureña afgana de Kandahar. El gobernador de la provincia que sufrió este duro golpe, Assadullah Khalid, explicó que el suicida hizo estallar la carga explosiva que portaba en el transcurso de una pelea de perros.

El terrorista aprovechó la aglomeración de cientos de lugareños alrededor de la competición para cometer el ataque. En Afganistán, este tipo de espectáculos suelen tener lugar al aire libre, en explanadas y áreas abiertas.

Tras el estallido del artefacto, el pánico cundió en la concentración y decenas de personas corrieron gritando en todas las direcciones. En medio del caos, los teléfonos móviles sonaban al lado de las botas esparcidas sobre las alfombras, donde los espectadores se habían sentado para beber su té y ver este pasatiempo popular en Afganistán. «Mi hermano ha sido asesinado. Tenía 23 años. Nos habíamos juntado para hacer un pic-nic», declaró entre lágrimas Yaqoub. Las víctimas fueron evacuadas a los hospitales cercanos, mientras un fuerte cordón de seguridad rodeó la zona.

Sin reivindicación

La insurgencia talibán no ha reivindicado, de momento, la autoría del atentado, algo que no acostumbra a hacer cuando causan la muerte de tantas personas. Pero, algunos testigos aseguraron haber visto tras la explosión a varios guardaespaldas del ex dirigente integrista Abdul Hakeem abrir fuego contra la multitud. Los agentes afganos en la zona también realizaron disparos por lo que el número de víctimas podría ser mayor.

Hasta ayer el atentado más brutal se produjo el 6 de noviembre en la provincia de Baghlan, donde 75 personas fallecieron, entre ellos, 59 escolares y cinco profesores, en un ataque contra una comitiva parlamentaria en el norte del país asiático, según el Ministerio de Educación, aunque algunas fuentes elevaron el número de muertos a ochenta. Pero, sin duda, Kandahar es la provincia más conflictiva, donde los combates entre la insurgencia talibán y las tropas internacionales y afganas son constantes.

Feudo integrista

El propio gobernador de la región salió ileso el pasado 11 de febrero de un atentado contra el vehículo en el que viajaba en el distrito de Shah Wali Kot, en el norte de la provincia. Considerada uno de los feudos principales de los talibanes junto a otras regiones sureñas como Helmand, Kandahar es también uno de los puntos principales de la ruta del opio en Afganistán.

Este invierno la provincia no había vivido tan duros combates, ya que los insurgentes acostumbran a llevar a cabo su ofensiva en primavera. Lo que si ha trascendido es que en enero el líder de los insurgentes, el mulá Omar, decidió «destituir» a Baitullah Mehsud como dirigente del movimiento talibán en Pakistán, escudándose en que deben centrarse en combatir a las tropas de la OTAN en Afganistán.

La violencia talibán dejó el año pasado un goteo mensual de 525 incidentes armados, un 25% más que en 2006. Lejos de disminuir la ola de barbarie en Afganistán se extiende por todo el territorio, a pesar de la ofensiva de Estados Unidos. Escuelas, mercados, restaurantes, puestos de control o instalaciones militares suelen ser los objetivos de los insurgentes, que han evolucionado sus tácticas de destrucción, desde la lucha guerrillera a los atentados suicidas, además de explosiones de bombas de fabricación artesanal, asesinatos y secuestros.