Dinero directo
SE la esperaba y la verdad es que no ha defraudado. Me refiero a la sobrepuja electoral por ver qué partido político pone más dinero en el bolsillo de los electores. Se trate de 400 euros por persona o de rebajas fiscales, los dos grandes partidos se parecen bastante el uno al otro, en el fondo, y saben que estas ofertas estimulan el apetito de los electores. Hasta cierto punto, claro, pues los electores ni son tan simples ni inmunes al hartazgo que causa la constatación del proceso de sobrepuja y la sensación de 'déjà vu' generada. Parece, no obstante, que hay una tregua, aunque queda la campaña y mucho me temo que los guiños al bolsillo volverán crecidos después de la primera pegada de carteles.
Actualizado: Guardar En estas elecciones, parece emerger de nuevo la consigna tan celebrada en el pasado de «¿es la economía, estúpido!». Ciertamente, el panorama se está rarificando por momentos. Los indicadores macroeconómicos dinámicos (tasas de crecimiento, o variación de las mismas) se sitúan todavía, por lo general, en línea con los observados en la desaceleración de 2001-2003, pero algunos de ellos ya los han superado y apuntan más bajo, con claros riesgos en este sentido. Sabemos que la economía crecerá en 2008 por debajo de lo necesario para que la tasa de paro se reduzca adicionalmente, por lo que ésta aumentará. Ello sucederá aunque no deje de aumentar el empleo, pues la población activa seguirá incrementándose por el momento, a menos que se modere sustancialmente la inmigración.
También sabemos que si no cede la presión de las materias primas, la disciplina de mercado que implica el mayor desempleo no logrará contener la espiral de precios y salarios y puede que veamos a la vez desempleo e inflación crecientes, en cuyo proceso los perdedores son los salarios reales.
Ello traería consigo, por fin, caídas en el consumo de los hogares y, el paro es peor que las subidas de tipos para esto, aumentos de la morosidad de las entidades de crédito. La difusión de estos efectos en el entramado económico llevaría a disminuciones adicionales de la producción, el empleo... hasta que el ajuste de precios y salarios, la caída de los tipos de interés y la depreciación de la moneda doméstica, unidas al restablecimiento de la confianza de los agentes económicos (hogares y empresas) estimulase la demanda de bienes y servicios, el empleo, etc. deshaciendo el camino previamente recorrido con bases algo más saneadas.
Ésta será la primera desaceleración sustantiva de la economía española que afrontaremos sin poder utilizar la palanca de la devaluación de nuestra moneda, como sucedía antes del euro, lo que, en el fondo, está muy bien. La desaceleración de 2001-2003 fue bastante suave, a decir verdad, y dudo mucho de que los lectores recuerden ese periodo como tal desaceleración económica. Mejor no acordarse de la recesión entre los años 1992-1994, cuando la única salida fue una devaluación encadenada y brutal de la peseta.
Aunque el Banco Central Europeo se haya mostrado últimamente algo más sensible al panorama económico real, las bajadas del tipo de interés que se puedan llevar a cabo no alterarán especialmente la paridad del euro frente al dólar que, como es bien sabido, mantienen entre sí un régimen de tipos de cambio flexibles. Pero, aun así, el tipo de cambio ya no es tan vital para la economía española, en la que el grueso de sus intercambios comerciales se realiza dentro de la zona monetaria y a los que, por definición, no afecta directamente la depreciación del euro.
Si ante esta situación, en la que se requiere una respuesta anticipatoria de la política económica, todo lo que podemos ofrecer al electorado son cheques directos al bolsillo y rebajas fiscales, más vale preocuparse. Sostener, reactivar o impedir que la actividad económica y el empleo se precipiten, en estos momentos, requiere mucho más que este tipo de medidas. El momento electoral es óptimo para proponer los remedios más populares, que suelen ser los menos efectivos, pero no es el mejor para proponer aquellos remedios más efectivos, que suelen ser los más impopulares también. Hay que liberalizar la economía, tonificarla y prepararla para que los inevitables giros de la actividad sean breves, sirvan para sanear las malas prácticas que en buena medida los generan y hagan que los hogares y las empresas salgan fortalecidos de los mismos. Eso no se consigue con las medidas que hemos visto hasta ahora en la mesa del subastador. Y mucho me temo que lo que veremos en las próximas semanas tampoco vaya por esa línea.
No veremos, por ejemplo, propuestas de liberalización del mercado de trabajo, aunque ya nos han dicho que en la próxima legislatura el listón de la creación de empleo oscilará, ¿según quien gane! y como si fuera tan sencillo, entre los 1,6 y los 2,4 millones de nuevos empleos, lo que no es nada difícil si el empleo crece por encima del 2% al año. Pero esto es precisamente lo que está por ver. El mercado de trabajo español necesita cambios radicales en las figuras contractuales, el sistema de compensaciones por despido, los mecanismos de intermediación laboral, que no veremos discutidos en esta campaña. No veremos medidas avanzadas de liberalización de los sectores regulados, ni en España ni en Europa, para que los usuarios paguen menos por unos servicios cuyo coste de producción es ridículo. No veremos medidas profundas de reforma de las enseñanzas profesionales, ni de la educación continua, para que la empleabilidad y la calidad de los trabajadores mejoren y, con ello, su nivel de vida. No veremos que se anticipen reformas de futuro de las pensiones públicas ni de las privadas para combatir las consecuencias del envejecimiento. No en esta campaña.
Puestos a pujar al alza hay muchos más objetivos de reforma estructural entre los que elegir de los que parece a primera vista y cuya instrumentación haría permanentemente más ricos a los contribuyentes. Otra cosa es que sean tan populares como el dinero directo que nos ofrecen a la hora del desayuno las financiadoras del consumo en la televisión cada mañana. Por cierto, ¿se han fijado en la TAE que aparece en la esquina inferior izquierda de la pantalla?