El Xerez volvió a caer derrotado.
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Igual de mal o peor

El cambio de entrenador no se traduce en mejoría y el Xerez vuelve a caer derrotado Al Sporting le bastó con hacer «un partido normalito» para ganar a los xerecistas

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Igual o peor. Ni A la tercera va la vencida, ni A cambio de entrenador victoria segura, ni nada de nada. El Xerez no mejora, continúa sin salir de lo más bajo de la tabla de la clasificación y sólo la diosa Fortuna es la que está manteniendo el hilo de vida que aún permite respirar a los azulinos. Puede que sea demasiado pronto para juzgar si la llegada de Esteban Vigo al banquillo azulino provocará algún efecto, pero su puesta en escena no fue buena. Es más, la tragedia cada vez toma más forma en el club y la cuenta atrás asfixia agobiantemente.

Los azulinos cayeron merecidamente ante un Sporting de Gijón al que le bastó muy poquito para ganar y casi golear a los xerecistas. Las palabras de Preciado tras el encuentro pueden hacer sangre en el castigado corazón azulino, pero son totalmente ciertas. Cuando el técnico del conjunto sportinguista dijo que su equipo había ganado sin haber hecho un buen partido, no exageraba. El Sporting ganó demasiado fácil. Tan cierto como que si el Xerez hubiera aprovechado sus ocasiones iniciales otro gallo hubiera cantado. Pero es que los locales tuvieron entre cuatro y cinco llegadas de peligro real antes de marcar -y la estadística no falla-.

Mucha culpa de las miserias azulinas la tuvo la intensidad. La fuerza con la que el Sporting de Gijón saltó a su terreno de juego y la ausencia de ella entre unos azulinos que perdían los balones divididos, desaprovechaban los regalos de los asturianos, y flojeaban en los choques en defensa. Esa intensidad permitió que el Sporting compensara la balanza de la calidad, pues en el Deportivo rebosa.

Pero ese talento no brilla nada sin un motor, unos pulmones, un empuje que los haga funcionar. El equipo de Esteban Vigo no lo tenía, pese a que el propio entrenador hablara de esa intensidad como punto de partida. Esa fue la diferencia en un encuentro cargado de balón largo por ambas partes, con muy pocas soluciones en el centro del campo, plagado de imprecisiones. La emoción nacía fruto de esos errores, de los regalos que hacían los dos equipos, más que del acierto de unas delanteras especialmente fallonas en la tarde de ayer.

El ataque de los azulinos cambió con la llegada de un Esteban que dejó a Yordi en solitario en la punta de ataque. De hecho, el técnico azulino no cumplió con el guión, no dibujó lo anunciado, pues el Deportivo saltó al impoluto prado asturiano con un 4-1-4-1. La defensa quedó conformada por Aythami, Bajic, Mendoza y un Juan Antonio Portela que le ganó la partida a Redondo en el lateral zurdo. Por delante de esa línea de cuatro aparecía Moreno apoyando a los centrales y prácticamente desentendido de la labor de iniciar la jugada.

La sorpresa fue la posición de Francis. El barbateño dejó su lateral diestro para ocupar un hueco entre Moreno y Viqueira, que hacía la función de enganche. El experimento -pues lo de colocar a Francis en esa posición no tiene otro nombre- no tuvo muy buen resultado. Es cierto que las virtudes físicas del barbateño le permitían entrar con fuerza desde atrás, pero cuando pisaba las inmediaciones del área se arrugaba y se le acaban las ideas. Al cuarto de hora de arrancar el duelo, quedó más que demostrado: Francis rompió desde el círculo central, pero sin verticalidad y sin precisión no materializó un clarísimo dos contra uno ante la defensa del Sporting.

A esas alturas del encuentro los locales ya habían desperdiciado más de una clara llegada. Y es que las paradas de Porato retrasaron varios minutos el primer gol del Sporting. Barral, Kike Mateo y Bilic sucumbieron ante la paciencia del francés en los manos a manos y engordaron la figura de un Porato que está siendo uno de los mejores de los azulinos a pesar de las últimas goleadas recibidas.

El cántaro se rompe

Los xerecistas disfrutaron de un par de ocasiones de peligro, fundamentalmente nacidas de enormes pases en profundidad de Emilio Viqueira. Ni Momo ni ninguno de los delanteros azulinos acabó convirtiéndolos en gol. Algo que sí ocurrió en la otra portería, en la que el cántaro acabó rompiéndose de tanto ir a la fuente. Ese punto de intensidad superior de los rojiblancos fue el que permitió ganar a Bilic un balón en el área sin aparente peligro. El punta del Sporting recogió el cuero en bandeja tras disputarlo en el aire y fusiló a Porato. El francés no pudo hacer más ante la parsimonia de sus defensores. Fue ese gol el que terminó de meter al Sporting en un partido del que el Xerez se salió. Los azulinos bajaron pronto los brazos y el castigo no tardó en llegar. El segundo tanto local dolió por lo fácil que pareció: Bilic remató totalmente solo una falta lateral, en la que poco pudo hacer Porato. Ahí se acabó el Xerez y prácticamente un encuentro al que aún le restaba toda la segunda mitad. Pero es que el Deportivo tampoco supo reaccionar. Los acercamientos de los jerezanos eran indefensos para una portería local que prácticamente no se vio amenazada. Ni siquiera las variantes que el preparador malagueño realizó durante la segunda parte, sirvieron para reactivar a un equipo que poco hizo sufrir a El Molinón. Un disparo de Francis a la media vuelta que se marchó cerca del palo, y una jugada anulada por fuera de juego -en la que el asistente se equivoca- fue el escasísimo bagaje de los xerecistas durante los cincuenta minutos que duró la segunda parte. La fortuna y la inoperancia del Poli Ejido hicieron que los huesos de los xerecistas no cayeran a lo más profundo del pozo, pero ahora la distancia para salir del descenso vuelve a crecer y cada vez queda menos.

sgalvan@lavozdigital.es