«Eladio está totalmente destrozado»
Dolores Amaya Ramírez planeaba casarse con su novio cuando terminaran de construir la casa que ambos habían proyectado en una parcela de Conil La pareja vivía en un piso de Chiclana, cerca de la colchonería donde murió
Actualizado:Dolores Amaya Ramírez, de 25 años, era una chica guapa. Ése era el calificativo más repetido por los pocos allegados que se atrevieron a hablar en el tanatorio Servisa de la capital, hasta donde llevaron los restos mortales de la fallecida para la práctica de la autopsia.
Loli, como la llamaban su familia y amigos, se estaba construyendo una casa con su novio Eladio Martínez, de 29 años, en la localidad de Conil, donde había nacido y donde aún reside su madre y su abuelo. «Aprovechaban los fines de semana para acercarse a la parcela. También cada puente o día festivo», explicaba ayer entre sollozos Antonio Ariza, tío de la pareja sentimental. Una vez estuviera terminada, tenían en mente casarse. «Aunque aún no habían fijado la fecha de la boda». Un enlace que ha sido truncado para siempre por culpa de un individuo que acabó con la vida de la joven.
La pareja vivía en un piso a la entrada de Chiclana, cerca de la colchonería donde Loli trabajaba y donde halló la muerte. En la trágica jornada del Día de los Enamorados le había tocado el último turno, y fue justo antes de las nueve de la noche, cuando estaba a punto de cerrar la tienda, el momento que aprovechó su asesino para atacarla.
«Antes había trabajado como operadora en una de esos establecimientos de telefonía, y llevaba en esta tienda de colchones desde hace pocos meses», recordó Ariza.
La relación que mantenía Loli con su novio se inició durante la adolescencia. «Se conocieron porque ambos frecuentaban la misma pandilla de amigos. Era uno de esos noviazgos de toda la vida», seguía relatando Antonio Ariza.
En verano, la joven pareja trabajaba en una pista de karts, de la que ambos se hacían cargo durante la temporada estival.
La última vez que hablaron fue poco antes de morir. «Eladio está totalmente destrozado. Es como si no estuviera. Es imposible hablar con él. Aún no se cree todo lo que está pasando a su alrededor». Esa misma sensación de desesperación era compartida por la madre de la víctima, con quien habló Loli sobre las seis de la tarde, pocas horas antes de que un hombre la acuchillara.
Eladio Martínez no se movió de la habitación que estaba al fondo de uno de los pasillos del tanatorio en toda la mañana. «Sólo habla con su madre y su familia más cercana». Y es que este joven estuvo a punto de cruzarze con el asesino de su pareja, ya que había acudido a recoger a Dolores Amaya a la salida del trabajo.
Loli era la menor de la familia. Su hermano Pepe trabaja como conductor de autobuses en Algeciras. La muerte de la joven dependiente también dejó sin vida, por unas horas, la calle donde reside su madre María. Los vecinos se acercaron hasta Cádiz para apoyar a esta viuda que perdió a su marido cuando Loli contaba con sólo cinco años.
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