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Alberto Iglesias. / La Voz
cultura

«No quiero pensar en el Oscar, tengo anestesia competitiva»

Julio Bravo
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El próximo 24 de febrero, el compositor donostiarra Alberto Iglesias volverá al Kodak Theatre de Los Ángeles con la esperanza de escuchar: «And the Oscar goes to... Alberto Iglesias». Si lo hace, la Academia de Hollywood habrá premiado su trabajo en la banda sonora de Cometas en el cielo, una película de Marc Forster que todavía no se ha estrenado en España. Iglesias ya fue candidato a la estatuilla hace dos años, por la banda sonora de El jardinero fiel, aunque fue derrotado por Gustavo Santaolalla y su música de Brokeback Mountain.

Iglesias siente que tiene posibilidades de ganar, pero prefiere no hacerse ilusiones. «A la gente le ha llegado la música, porque es una banda sonora que está muy presente en la película, es muy notoria. Por otra parte, esta película no tiene más que una candidatura, que es ésta, y me han dicho que eso no ayuda mucho». Se confiesa nervioso, aunque intenta pensar poco y estar con «anestesia competitiva»; «me subirán las pulsaciones cuando esté sentado allí y digan los cinco nombres; en ese momento es cuando de verdad tomas conciencia de que tienes un quinto de posibilidades de ganar el Oscar».

El músico, que ha conseguido en España siete goyas por sus bandas sonoras, tiene el mismo rito; no se prepara discurso, y piensa lo que va a decir, después de oir su nombre, en el trayecto que hay entre la butaca y el atril del escenario. «Pero no sé qué puede ocurrir esta vez si lo gano, igual los nervios me hacen balbucear algo tan inteligible que creerán que es afgano».

Afganistán

Y es que «Cometas en el cielo» cuenta una historia que transcurre en Afganistán. La película está basada en la novela de Khaled Hosseini. «Es un retrato social del Kabul desde finales de los setenta –dice el compositor–; la música es muy fiel a la historia que cuenta la película; es sensible a lo que ocurre y trata de convertirse en un espejo. La música de cine tiene la capacidad de evocar y contar historias».«Yo no quería componer música afgana, pero sí hay una identidad con el paisaje; estudié la música de aquel país, sus raíces, sus influencias... La música es un fluido que recorre los países, y no sólo ahora, con la globalización». Para acercarse más al mundo que cuenta la historia, ha empleado Iglesias instrumentos autóctonos, pero también de otros lugares: «hay una lira de Creta, flautas chinas, indias... Buscaba más la expresión y la comunicación».

La candidatura al Oscar de hace dos años le ha permitido, confiesa, elegir los proyectos. «Sólo se hace buena música cuando la película te conmueve o te hace preguntas que quieres contestar». Está poniendo los compases finales a las dos películas de Soderbergh sobre el Ché, y en junio se pondrá manos a la obra con la banda sonora de la nueva película de Pedro Almodóvar, Los abrazos rotos. «Acabo de leer el guión, y es uno de los mejores que ha escrito Pedro».