Las barreras que impiden hacer una vida normal
Manuel Astorga está en silla de ruedas desde 1990 y un pequeño recorrido con él por las calles del centro pone en evidencia que «Jerez no es una ciudad accesible»
Actualizado:Hace escasamente 48 horas que la alcaldesa, Pilar Sánchez, recogió el premio Reina Sofía a la Accesibilidad y ya han surgido voces que discrepan de que Jerez sea merecedora de dicho galardón. El motivo no es otro que las barreras arquitectónicas que existen aún en la ciudad y que limitan a diario la vida de decenas de personas que poseen serias dificultades para desplazarse al tener una movilidad reducida o trasladarse en silla de ruedas.
Manuel Astorga es un claro ejemplo de ello. Conocido integrante de diferentes asociaciones de discapacitados, ex miembro fundador de Adifi (Asociación de Discapacitados Físicos de Jerez) y antiguo componente de la Comisión de Accesibilidad del Ayuntamiento, no comprende cómo Jerez ha sido distinguida con este premio. Y es que un pequeño recorrido por algunas zonas de la ciudad con él pone en evidencia que la ciudad «no está adaptada para personas con alguna discapacidad», como Manuel subraya una y otra vez.
El trayecto comienza en la Alameda Cristina. La mayoría de las rampas ubicadas junto a los pasos de peatones «están mal hechas», ya que «o el desnivel se ha construido con demasiada pendiente o posee un pequeño escalón al final» que impide a Manuel bajar sin problemas por ella. La solución es bien clara: o alguien le ayuda a cruzar la carretera o tendrá que hacer auténticos malabares con su silla. «Prefiero valerme por mí mismo ya que de eso se trata, de conseguir tener autonomía para poder vivir», subraya. Por ello, opta por poner su silla a dos ruedas y descender poco a poco. «Esto nos acaba dejando la espalda fatal», se lamenta.
A medida que vamos avanzando por la calle Tornería las dificultades comienzan a ser mayores: el empedrado de la vía hace prácticamente intransitable su silla por ella, lo que le obliga a ir dando pequeños saltos que dañan aún más su delicada columna vertebral. En la calle Consistorio la situación se normaliza, aunque «ni las pocetillas existentes ni las arquetas de los árboles respetan la normativa ya que tienen aperturas por donde puede colarse una de las ruedas de la silla o un bastón y provocar un accidente», comenta este jerezano mientras que llegamos a la calle Larga.
En la principal vía de la ciudad todos los establecimientos tienen a la entrada rampas. No obstante, «prácticamente ninguna está bien hecha». Escalones un poco rebajados, moquetas ubicadas en las rampas que limitan el paso, puertas demasiado estrechas o pequeños desniveles son algunos de los contratiempos que provocan que Manuel no pueda entrar en estos locales.
«Y esto es sólo paseando por un par de calles porque hay zonas de la ciudad (como el barrio de San Migue o San Marcos) por donde es imposible que vaya», explica. Para él, la solución es más sencilla de lo que parece «acabar con las aceras en las calles estrechas y delimitar con pivotes las zonas peatonales, además de exigir que las rampas estén bien hechas».
Pero las barreras que limitan a personas como Manuel están más allá de las calles, de hecho ni el Alcázar, ni el Zoológico de Jerez, ni el Teatro Villamarta «están suficientemente preparados para las personas con discapacidad». «En el Teatro Villamarta existe una zona reservada para minusválidos, pero tiene una visibilidad reducida e impide que pueda disfrutar del espectáculo con mi familia, ya que sólo me permiten un acompañante», asevera. Asimismo, «el suelo del Alcázar hace imposible que pueda pasear por él y en cuanto al Zoo, es una auténtica paliza ir ya que las rampas tienen demasiada pendiente y hay muchas irregularidades en el terreno».
Además de ello, «no puedo ir al Chapín, porque el ascensor no funciona desde hace mucho tiempo; la mayoría de los restaurantes no están adaptados; los hoteles muestras claras deficiencias e incluso en el Hospital de Jerez no tiene los cuartos de baños debidamente preparado para discapacitados». Sin olvidar que «no existe un aparcamiento por cada 50 destinado para discapacitados en la ciudad -como marca la normativa-».
Por todo ello, «no comprendo como Jerez ha recibido este premio. Me parece como mínimo vergonzoso que haya solicitado el galardón. ¿Donde está el Plan de Accesibilidad? ¿Y la oficina de la OMAd? Eran buenas iniciativas que muchos pensamos que cambiarían Jerez, pero tras dos décadas yo sigo teniendo las mismas dificultades. Hace varios años un grupo de personas presentamos un informe en la Gerencia con todo aquello que debía ser reformado para que pudiéramos vivir sin barreras. Ese trabajo quedó en el olvido», concluye Manuel.