MATADOR. Gerald Green defenderá el título en el concurso de mates.
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El espectáculo de la canasta

La NBA celebra este fin de semana su tradicional 'All Star' con Juan Carlos Navarro en el partido de los 'rookies' como único representante español

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Cada año, a mediados de febrero, la NBA cuelga en la puerta de su tienda global -una franquicia con locales esparcidos por todo el mundo- el cartel Abierto por espectáculo. Tómese en el doble sentido porque la plataforma digital que ofrece un encuentro diario clandestino -no todos los aficionados tienen acceso- da la luz. Traslada el All Star a Cuatro para vender el muñeco y permitir otra consigna, esta de alcoba: Relájense y disfruten.

Llega el fin de semana de las estrellas, más enfocado a espectadores ocasionales y público joven que a los aquejados de inflamación al baloncesto. De tanto soltar corsés y burlarse del rigor, la cita deriva en un desparrame. Demasiado frívolo para tipos como José Manuel Calderón, cuyo baloncesto cartesiano cuadra mal con el qué más da. El base pacense merecía una reserva en Nueva Orleans por una cuestión de prestigio ganado. Aunque el agradable espectáculo de los pollos sin cabeza le repela en sí mismo. Aún así no todo está perdido. Y es que las molestias del base de los Wizards Caron Butler aún mantienen viva la remota posibilidad de que el extremeño sea llamado por el Este.

De todos modos, la afición española ya se ha acostumbrado en los últimos tiempos a ver algún representante suyo en el All Star. Pau Gasol lo ha disputado dos veces. La primera en el mejor combinado de novatos; hace tres años se doctoró entre los mayores. Jorge Garbajosa acudió en 2007 como rookie atípico, masa gris entre la chavalería. Ahora lo hace Juan Carlos Navarro, otro nuevo con escamas, uno de los mejores recién llegados a la sombra de Kevin Durant (Seattle). El escolta barcelonés compartirá equipo con el ex-baskonista Luis Scola, ignorado en ataque al principio y titular a día de hoy. A su exquisita calidad en el poste bajo y tiro de cinco metros ha unido mucho deseo atrás y el espíritu ganador que tanto añoran los seguidores del TAU Cerámica.

Lástima que Navarro no participe en Nueva Orleans dos veces. Sonó para una competición de triples a la que finalmente no le han invitado. Y bien que le hubiese venido el concurso como escaparate para su salida al mercado en verano. Su técnica de tiro resulta ideal para este tipo de acontecimientos, donde se requiere velocidad de ejecución por encima de todo. Él apenas salta, se saca el tiro por debajo del mentón y ahorra desgaste sin ceder precisión.

Hablando de concursos, la NBA ha decidido mimarlos. Quiere la máxima repercusión del producto y para ello necesita nombres ilustres. Ahí es nada juntar para el título de bombardero a megaestrellas como Steve Nash y Kobe Bryant, arropadas por el sobresaliente Richard Hamilton, el defensor del título (Jason Kapono), el joven Daniel Gibson y Pedja Stojakovic, un tirador en estado puro que ya ha levantado este trofeo. Para decidir el más excelso matador de aros han quedado en el mismo sitio y a idéntica hora el bruto Dwight Howard, Jamario Moon, Gerald Green y Rudy Gay, pesadilla ya pasada de Gasol en los Memphis.

Presencias y ausencias

Siempre que se elabora una lista con los presuntos mejores pide paso la polémica. Que se lo digan a Luis Aragonés, cuyo carácter agrio amenaza con cortarse como la leche. Uno repasa las plantillas de las conferencias Este y Oeste para el duelo grande del All Star y poco tiene que reprochar. Todos los que figuran parecen apropìados y, sin embargo, algunas ausencias chirrían.

Por no abundar en exceso cabe mencionar dos, una por cada conjunto. Falta Hedo Turkoglu en el Este. El alero alto turco es la segunda referencia de Orlando después de la bestia Howard, adora el último tiro bajo presión y ha ganado varios partidos esta temporada mientras la pelota que él lanza oye el bramar de la bocina. Y da pena no hallar en la relación del Oeste a Baron Davis, el genial base de los Warriors, el equipo que de tanto correr ha transformado el baloncesto en tenis. Barba espesa, mandíbulas trabajando al ritmo del chicle, hipnotizador manejo de balón, aire de superioridad y lanzamiento certero. Parece mentira que tantos sumandos formidables no den para situarlo en el partido de las estrellas. Porque él lo es. Huelga el debate.