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El drama de una niña soldado en Eritrea provoca una protesta política en la Berlinale
Luigi Farloni, director italiano asentado en Múnich relata en Feuerherz la historia de una niña de 10 años que es adiestrada para combatir en la guerra que enfrentó a Eritrea con Etiopía en la década de los ochenta. Basada en un libro autobiográfico de la cantante Senait Mehari, y que sólo en Alemania vendió casi medio millón de ejemplares, la cinta fue recibido ayer con frialdad por el publico y la crítica en la Berlinale, pero tuvo éxito en provocar la primera manifestación política del festival.
Actualizado: GuardarUn grupo de manifestantes, enviados quizás por el Gobierno de Eritrea, se congregó ante el Berlinale Palast para exigir que el filme fuera excluido del festival y acusar a los productores y al propio director de haber tergiversado la historia de la lucha del pueblo de Eritrea, con el malvado propósito de ganar dinero y publicidad.
La protesta callejera se hizo sentir durante la rueda de prensa, en la que solo participaron el director y los productores de la cinta. «Solo quise hacer una película con el propósito de infundir esperanza», dijo Farloni. «Nunca tuve la meta de criticar a Eritrea, sino contar la historia de una niña», añadió.
La guerra de independencia es vista a través de los ojos de la pequeña Awet, que un día debe abandonar el internado de misioneras en Asmara para reunirse con su padre, quien como buen patriota entrega a su hija a los combatientes del movimiento de liberación.
Awet, a pesar de su edad, recibe un fusil pero pronto se da cuenta de que los combatientes están marcados por el fanatismo. Gracias a una estampa que muestra un Sagrado Corazón en llamas, la niña logra sobrevivir a la soledad, al hambre y al enfrentamiento con la muerte. La estampa religiosa también le ayuda para huir de su país en guerra y se une a una caravana de nómadas en el desierto de Sudán.
Pero la película no aclara las raíces históricas y políticas del conflicto y, por tanto, tampoco se entiende el mundo de maldad que rodea a la niña y las razones por las cuales, los combatientes decidieron reclutar niños para convertirlos en soldados. «Es un tema tabú en Eritrea, pero es verídico. El movimiento de liberación utilizó a niños en la guerra y eso esta documentado», insistió Farloni.
Las otras dos cintas que completaron la penúltima jornada de la competición tampoco lograron conmover al público y la crítica y sólo lograron provocar la nostalgia de días mejores. El realizador francés, Philippe Claudel contó con la excelente actriz Kristin Scott Thomas para relatar la historia de una mujer que pasó 15 años en la cárcel y nunca ha contado las razones que tuvo para matar a su hijo de seis años. Pero el talento histriónico de Scott Tomas no logra salvar la cinta Il y a longtemps que je t'aime