Carlos Pacheco define a los superhéroes como sustitutos del mito religioso
El que fuera dibujante de marvel y DC acudió a las Presencias Literarias de la Universidad de Cádiz Admitió que si fuera lector, no se leería a él mismo
Actualizado: GuardarMás allá de felices casualidades, todo tiene un porqué en el mundo., incluso los superhéroes. Sobre su razón de ser se han gastado litros de tinta en sesudos debates. Uno de los que más sabe de ellos en el mundo -porque los ha parido con su lápiz durante años- es Carlos Pacheco. Él sabe la razón del triunfo de Supermán o Spiderman: «son la recreación de mitos viejos desgajados de la parte religiosa. Jesucristo o Supermán, el hombre de la fuerza sobrehumana, son mitos modificados».
Y si todo tiene una causa, el acto de plasmar las aventuras fantásticas en un papel, también. Comparten el origen primario con las necesidades metafísicas de la persona: «Son manifestaciones de los mitos humanos que provienen de la necesidad de comprender nuestra realidad creando una sobrenatural». Al margen de «una sublimación del ego masculino», crear seres con poder «es inherente al ser humano.
Este tipo de aventuras surge por «la exigencia en EE UU de ofrecer un panteón laico», una vez que se mostró «incapaz de aceptar todas las formas divinas de aquel crisol de culturas». Y así nace el germen de Superman, como una figura tuneada «a partir de lo religioso, aceptado en todo el globo. Los superhéroes son a los mitos lo que la Navidad a la religión, que no tiene nada que ver, pero sirven para que se perpetúe».
Con sus vivencias en la cumbre de las historietas, Pacheco sacó a relucir las tripas de la industria y narró su experiencia alrededor de los sucesos del 11-S. «Fue un mazazo creativo» con el que «se fueron al traste muchas historias con trasfondo político» como la que él mismo preparaba para DC. «Supuso una ola de conservadurismo brutal que apelaba a todo lo peor del espíritu americano y anuló todo análisis crítico». Recibió un encargo de DC y de Marvel -las dos grandes compañías de las historietas- para colaborar en especiales sobre el suceso. «No iban a entender mi negativa, así que acepté con una condición: hacer lo que me diese la gana». Preparó un boceto de unos niños llorando en una escalera con carteles que decían Vuelvan a casa, no se necesita más ayuda. «Me dijeron que no, que no se podía dar esa visión, que el pueblo tenía que creer que podía ayudar aunque fuese mentira», relató. «Al final terminé haciendo una ilustración con Kurt Busiek en la que unos superhéroes portaban velitas».
Definitivamente, la industria impone sus reglas y Carlos Pacheco -que bromeó con que querría pasar a la historia «como un cabrón» y no como una «bellísima persona» como lo definió ayer Juan Gómez Macías- no es ajeno a ellas. «Es un trabajo en el que no siempre puedes hacer lo que quieres. Tengo la mala costumbre de comer tres veces al día. A veces hay que hacer de tripas corazón y darle a la industria americana lo que quiere».
En su mesilla de noche «hay muchas, demasiadas cosas buenas y no se pueden leer todas». Así que en un alarde de modestia, Pacheco se sincera: «de ser únicamente lector, no me leería a mí mismo». Además, relativiza las mieles del triunfo: «Es relativo. Este es un medio sin prestigio social: los políticos no te van a adular ni saldrás nunca a la calle a decir ¿Sabes que soy dibujante de historietas de éxito?» Al cabo de la charla, firmó decenas de autógrafos.
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