Editorial

Presente y futuro de Navantia

Navantia vive uno de los mejores momentos de su historia gracias a una carga de trabajo garantizada hasta 2011 que permite mirar al futuro con cierto alivio. Quizá por ello, y después de muchos años de angustia, reconversiones y conflictos, tanto la compañía como los trabajadores se plantean un análisis profundo sobre el presente y el futuro de los astilleros. Los sindicatos pidieron ayer un giro en la política de la empresa en un acto que significa más una declaración de intenciones que un plan de acción, ya que cualquier movimiento en este sentido está limitado por los acuerdos alcanzados con la Unión Europea y que son efectivos hasta 2015 por lo que se refiere a la plantilla y a la distribución de la actividad militar y civil.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Es un buen síntoma que los sindicatos reclamen un rejuvenecimiento de la plantilla, ya que es ahora cuando se deben sentar las bases de la formación de trabajadores y de la cualificación de la industria auxiliar para garantizar un relevo generacional que redunde en el empleo de la Bahía. Sin embargo, parece evidente que las restricciones impuestas por Bruselas dejan poco margen de maniobra a la empresa. De la misma forma, es complicado potenciar la actividad civil, tal y como piden los sindicatos, más allá del 20 por ciento fijado por la UE en la última reconversión.

En realidad las peticiones de los sindicatos son lógicas y coinciden con el plan estratégico 2007-2011 de Navantia en lo que se refiere a la política de inversiones -en especial en el astillero de Cádiz- y en la potenciación de la investigación. Esta sintonía debe servir para fortalecer el presente de los astilleros de la Bahía para afrontar el futuro con garantías en un sector cíclico y cuyos vaivenes económicos son de una enorme complejidad. Y ello pasa por la formación y cualificación de los trabajadores, por la potenciación de la industria auxiliar y por la investigación. De esta forma serán compatibles las inquietudes de los trabajadores y la viabilidad de la compañía. Serán necesarios mecanismos de control para garantizar que estos compromisos se cumplan de forma rigurosa por parte de Navantia, sobre todo porque está en juego gran parte del empleo industrial de la Bahía. De la misma forma, esta situación de estabilidad debe ser un acicate para que la negociación del convenio discurra por los cauces lógicos de los intereses de los trabajadores y de la compañía en un marco de crisis económica generalizada. Esta vez, más que nunca, la responsabilidad de todas las partes marcarán el presente y el futuro de los astilleros y, como no podía ser de otra forma, de la provincia de Cádiz.