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J. R. PÉREZ DÍAZ-ALERSI FORO CONTRA EL DERRIBO

Pena de muerte sin oír a la defensa

En la mañana del martes 12 de febrero la Corporación Municipal en Pleno -con la sola abstención de uno de sus miembros- condenaba a la pena de muerte, por el garrote vil de las piquetas mecánicas, al querido edificio de la Aduana de Cádiz: Y ello, sin haber permitido hablar a la defensa del reo, a pesar de haberse solicitado reiteradamente.

J. R. PÉREZ DÍAZ-ALERSI
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En la fría madrugada, mascándose la tragedia, entre el singular público asistente, además del portavoz designado como defensor, -un maduro y experimentado abogado con algunos relevantes servicios a nuestra querida ciudad-, un representativo grupo de espectadores (representando a los más de 2.800 ciudadanos firmantes defensores de la Aduana), desde las sillas del pueblo hablaban al tribunal a través de su respetuoso silencio y de sus pasquines «Salvemos el edificio de la Aduana»: un académico y respetabilísimo historiador, de muy larga trayectoria; un experimentado arquitecto, presidente de la Real Academia de Bellas Artes (institución consultiva a estos efecto); un eficiente y eficaz cordial enamorado de todo lo gaditano, presidente del Ateneo; un alto funcionario del Estado, ya jubilado, con muchos años de comprometidos servicios a sus espaldas; un conocido ateneísta alemán, el que más adora la cultura gaditana, junto a otro maduro ateneísta, buen divulgador de la historia de nuestro pueblo; una inquieta y sensible funcionaria, a quien le duele toda afrenta antiecológica; otro doctor arquitecto, defensor a ultranza del inmueble que nos ocupa y experimentado técnico de las competencias en cultura; más algunos otros gaditanos del mundo de las aduanas, de la marina y de la banca, de nuestros muelles, etc. Junto a sus 2.800 compañeros firmantes del manifiesto ¿no constituyen una genuina representación de la sociedad civil gaditana, digna de ser oída, atendida y respetada? ¿Podrán comprender, y aceptar, el desprecio y la ley del silencio impuesta en una sociedad democrática bien equilibrada?

Pero volvamos al pasillo de la muerte, donde han situado a este elegante, armónico, noble, bien proyectado y construido, útil y bien conservado, apegado a la memoria visual del gaditano y dignísimo representante de patrimonio arquitectónico y artístico de nuestra ciudad. No todo está perdido: aún hay esperanza. Queda por delante un largo y farragoso camino para su ejecución: más discusiones sobre un convenio que ya ha sufrido infinidad de modificaciones y retrasos. Por tratarse de un bien demanial del Patrimonio del Estado, sus transacciones requieren nada menos que un Decreto aprobado en Consejo de Ministros, una propuesta de Hacienda, una audiencia del mismísimo Consejo de Estado en pleno y ya conocemos que la maquinaria administrativa es tan rápida como un mamut. Y queda la esperanza del recurso de la condonación definitiva, la salvaguarda al amparo de la declaración de Bien de Interés Cultural. El arquitecto Portela tardaría menos de mes y medio en adecuar su proyecto de la Plaza de Sevilla, según sus propias declaraciones.

Aún hay mucha esperanza para que salvemos el edificio de la Aduana y para que se recupere y reluzca la convivencia democrática. La futura y deseada Plaza de Sevilla, conservando la Aduana, será mucho más rápida en su ejecución, evitaría un imperdonable despilfarro a costa del bolsillo de los gaditanos y ocultaría con mayor eficacia que la pequeña fachada de la vieja estación -que no es precisamente la de Atocha- el mamotreto paralelepípedo del hotel de gran altura proyectado entre estaciones. Rectificar es de sabios: aún estamos a tiempo.