CÉSAR PORTELA ARQUITECTO DEL PROYECTO DE PLAZA DE SEVILLA

«Hubiera sido servil mantener el edificio de la Aduana»

El redactor del proyecto para desarrollar este nudo de comunicaciones justifica el derribo «porque son más importantes los espacios públicos»

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Ni es un recién llegado a la arquitectura (ganó el Premio Nacional en 1999 por el edificio de la estación de autobuses de Córdoba) ni improvisó la reforma de la plaza de Sevilla en una tarde. El gallego César Portela defenderá esta tarde (17.30) en el colegio de Arquitectos su proyecto del gran nudo de comunicaciones que se pretende crear a la entrada del casco antiguo de Cádiz. El debate se ha generado por la decisión de derribar el edificio de la Aduana.

-¿Se ha visto sorprendido con la polémica de la plaza Sevilla?

-Me encuentro sorprendido, pero agradablemente, porque estos temas importantes para la ciudad tengan debate. Sería muy malo que no hubiera discusión. Son actuaciones relevantes y por eso hay que sopesarlas, escuchar distintos pareceres y después tomar decisiones.

-¿Y qué le parece que algunos de los que se oponen a su proyecto sean sus propios compañeros arquitectos?

-Yo estoy encantado de escuchar razones a favor y en contra. Cuando uno presenta un proyecto, no es una cosa que se me haya ocurrido ayer por la tarde. Estuvimos cuatro años dándole vueltas y viendo todas las posibilidades, analizando y estudiando lo que es la ciudad de Cádiz y no llegamos a estas conclusiones por capricho. Si hubiera habido alguna posibilidad que nos hubiera permitido no tener que tirar nada, no lo hubiéramos planteado.

-La pregunta es obligada: ¿usted está a favor o en contra del derribo de la Aduana?

-Yo estoy en principio en contra de cualquier derribo, por principios, pero en la vida hay circunstancias en las que no queda más remedio. No es cuestión de estar a favor o en contra, sino de sopesar qué es mejor para la ciudad, si mantener un edificio o demolerlo. Hay razones para mantenerlo y razones, como en este caso -creo que más fuertes- para demolerlo.

-Pero ¿cree que el edificio tiene en sí valor o éste sólo reside en que es uno de los escasos ejemplos de arquitectura de los años cincuenta?

-Creo que cualquier edificio es el resultado del esfuerzo de mucha gente: desde quien lo proyecta hasta quien lo encarga o lo construye. A mí, como arquitecto que me dedico a construir, me da mucha pena tener que demoler algo, porque cumplió una función en un momento determinado. Yo preferiría que los edificios se pudieran apartar un poquito para no tener que demolerlo, pero como eso no es posible, hay que tomar a veces decisiones duras, como este caso. Yo creo que el tema está en si Cádiz gana con la demolición o pierde. Y creo que pierde unas cosas pero gana otras muchas, que sopesadas llevan a tomar esa decisión.

-La demolición está motiva, sobre todo, para recuperar la vista del frente de la vieja estación. ¿Merece la pena tirar un edificio para dejar ver un frente que muchos aseguran que ha perdido su encanto?

-Yo creo que gran parte de la vista que tenía la ha perdido por la construcción de este edificio, porque delante de la antigua marquesina había unos jardines preciosos y este edificio se puso allí y fue uno de los errores: haber elegido mal el sitio. Si se hubieran respetado en su día los jardines no estaríamos hablando ahora de tener que demolerlo. Claro, yo creo que Cádiz es una ciudad que creció mucho y la plaza de Sevilla se quedó pequeña para el tránsito que la ciudad genera y eso es un aporte importante. Creo que los edificios son muy importantes pero son más importantes los espacios públicos. La demolición de este edificio tiene como consecuencia no construir otro en su lugar, sino abrir ese espacio público, ampliarlo, darle la escala que se merece.

-Buena parte de las críticas a su proyecto vienen también por la decisión de situar un hotel encima del vestíbulo de la estación nueva...

-Yo lo que creo es que cada edificio tiene unos condicionantes y los de esa estación es que tenían que construirse una serie de metros cuadrados y había que meterlos en algún sitio y a mí me parece que el mejor sitio donde se podía meter era ahí, no sobre la estación, sino sobre el vestíbulo. Pero la decisión inicial de que se construyan esos metros cuadrados normalmente no la toman los arquitectos, viene un poco dada. A nosotros nos toca colocarlos en el mejor sitio posible. Creo que es el mejor sitio posible. Además está bastante medida la altura para que desde los baluartes no sea un obstáculo para ver la Bahía.

-¿El diseño entonces está cerrado?

-En un proyecto siempre se pueden introducir cambios. Lo que pasa es que hay unos plazos de unas decisiones que, si se demoran, a lo mejor después no se llevan a cabo.

-¿Cuál es la fortaleza y cuál es la debilidad de su proyecto?

-Si viera alguna cosa que fuera mejorable, lo hubiera hecho, lo cual quiere decir que no lo sea. Antes de este, hubo 40 ó 50 croquis y este es el mejor de los que a mí se me ocurrieron. En general, la solución de la estación nueva es buena. Es muy funcional, está en un sitio adecuado, perfectamente integrado con la antigua marquesina, lo cual se tuvo muy en cuenta a la hora de realizar la nueva estación. Se fue muy respetuoso con lo que había que ser respetuoso, pero sin llegar a ser servil. En este caso, para mí hubiera sido servil mantener la Aduana.

mcaballero@lavozdigital.es