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Amor

Mercedes Milá se apuntó un notable éxito de audiencia con su Diario de... dedicado a una operación de cambio de sexo. El programa subió 7,2 puntos de cuota, nada menos. El éxito de audiencia es inversamente proporcional a la calidad periodística del trabajo. El reportaje de Mercedes Milá tenía por objeto contarnos la operación de cambio de sexo de Amor, que es ese concursante/a de Gran hermano que doró de escándalo la última entrega del experimento sociológico de Telecinco. A partir del caso de Amor, el programa entraba en el mundo de la transexualidad. Algún espectador recordará la docuserie que emitió Cuatro este verano: Alondra: historia de una transexual. La contraposición es pertinente porque ofrece dos modos distintos de abordar un mismo asunto. El documental de Cuatro partía de un caso concreto para dibujar un paisaje general y mostrar al espectador un pedazo de realidad. Valoraciones éticas, sociales y culturales al margen, era un buen trabajo.

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Por el contrario, lo de la Milá se engancha a un personaje de alto rendimiento mediático y en torno a él construye una historia que al final no es otra cosa que simple coartada para seguir exprimiendo la rentabilidad en términos de audiencia del personaje en cuestión. Así como Gran hermano se envuelve en discursos de tipo sociologizante para explotar el morbo bruto de la exposición de la intimidad, así este reportaje de la Milá se travestía de discurso reivindicativo para explotar una transexualidad reducida a turbia atracción de barraca de feria. Dicen que detrás de este reportaje hay un intento de su autora por congraciarse con los que la criticaron por tratar a Amor como si fuera un varón.

Desde el punto de vista periodístico, lo que interesa es la relación del reportero con la realidad, y ahí es donde Mercedes Milá ha desbarrado, porque ésta es una realidad que aparece filtrada por la ficción del reality show. Por supuesto, no deja de envolver sus alardes en excusas retóricas: que si la injusta marginación de los transexuales, que si la incomprensión del público... Nunca falta un celofán progresista para envolver cualquier cosa.