Carismas
Carisma es una palabra que viene del griego y que pasó al latín antes de llegar a nosotros. Como ya nadie sabe ni griego ni latín -sólo basic english- recordemos que significa agradar y hacer favores. Hasta no hace mucho, indicaba el don que Dios concedía a alguna persona en beneficio de la comunidad, y por eso los clérigos hablan de su carisma. Pero ahora es una palabra que se utiliza casi exclusivamente para hablar de política o, más precisamente, de publicidad, señalando el don de algunas personas para seducir o caer bien. Así se dice, que Clinton o Zapatero tienen carisma, expresión que hace sólo 75 años se habría interpretado como una inequívoca vocación monacal.
Actualizado:Y como esto del carisma político es un invento de los expertos en comunicación, los periodistas tendemos a darle una importancia desmedida e, incluso, a hacer de ello una ciencia. La Sexta dedicó ayer una buena porción de su horario principal a explicarnos El carisma de los políticos, un espacio oportuno si no hubiera resultado tan tendencioso. El documental es una pieza de ancho aliento -dos partes, nada menos- que trata de explicar el éxito de los políticos según su adecuación a técnicas de comunicación previamente prescritas. Para avalar el discurso aparecen investigadores extranjeros (uno, de la universidad de Lovaina, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido) y expertos españoles en comunicación. Lástima de las ausencias; tan relevantes como la de Felicísimo Valbuena, uno de nuestros mejores especialistas en el asunto.
Al final, no obstante, el objeto del programa era mucho más sencillo: se trataba de explicar por qué Zapatero es «una persona que manifiesta mucha empatía, receptividad, interés cuando escucha a otros», por qué Rajoy es «muy neutro, inexpresivo, triste y casi aburrido» y por qué Aznar se caracteriza por «la inexpresividad de la mirada, las cejas inmóviles y la ausencia de alegría al reír». Estas expediciones en torno al marketing electoral siempre tienen interés, porque ponen de relieve un aspecto más o menos vergonzante de la vida pública: la manipulación del voto mediante estrategias de imagen.