Comes: una crisis donde todos pierden
La empresa calcula ya unas pérdidas cercanas a los 400.000 euros mientras que cada empleado deja de cobrar unos 90 por cada día de paro general
Actualizado: GuardarLa ruleta gira, suena a carraca oxidada y la bola echa a rodar por encima de las casillas. Las reglas que rigen en cualquier casino determinan que si la pelota cae en el cero, la banca gana y todos los jugadores pierden. En el conflicto de Transportes Generales Comes, que enfrenta a sindicatos y empresa desde hace más de un año, de momento pierden todos. Por no ganar, no hay posibilidades de que lo haga ni la banca.
Tras 11 días de paros parciales en las horas de más viajeros y cinco jornadas de huelga general (coincidiendo con los dos fines de semana completos de Carnaval), el balance es desalentador para todos los implicados y la factura económica va subiendo, tanto para unos como para otros. Porque si en el lado empresarial el coste del conflicto se acerca ya a los 400.000 euros, desde el bolsillo de los trabajadores cada jornada de paro completo (van cinco y vendrán otros cuatro en Semana Santa si no hay antes un giro brusco en los acontecimientos) sale a unos 90 euros.
Pero tampoco hay que olvidarse del que ambos bandos siempre admiten que es el gran perjudicado de toda la crisis: el usuario. Por cada paro parcial, la empresa calcula que unos 7.000 viajeros dejan de coger el servicio de autobús y optan por otro transporte público o por el vehículo privado. A estos 7.000 gaditanos (que hay que multiplicar por los 11 días en los que ha habido una parada puntual), hay que sumar los más de 90.000 que hace un año se subieron a un autobús de Comes para venir a Cádiz por Carnaval entre los dos fines de semana y que este año no han podido hacerlo.
A razón de unos 15.000 euros de merma en la recaudación por cada día de paro parcial y unos 200.000 por la caja que se hacía durante la fiesta, la cuenta supera los 350.000 euros de pérdidas. La factura se completa con otros 25.000 euros que la empresa tendrá que abonar para sufragar la treintena de lunas que se rompieron en el primer fin de semana de huelgas de 24 horas.
«No sé cuánto tiempo podremos aguantar con estas pérdidas, pero lo que sí tenemos claro es que no podríamos aguantar absolutamente nada si aceptáramos todas las reclamaciones de los trabajadores», observa el gerente de Comes, Julio Álvarez. No es resignación, sino todo lo contrario: «No vamos a ceder porque las peticiones son completamente inasumibles», subraya.
«Nuestras familias están sufriendo, puesto que estamos perdiendo mucho dinero con estas medidas y también estamos muy preocupados», contraataca Antonio Obregón, portavoz del comité de trabajadores. Ellos tampoco están dispuestos a ceder en sus últimas posturas, que se sustentan en una reducción de jornada de diez horas contando con el intervalo en el que los trabajadores paran entre servicios; la empresa se planta en 12, pero sin contar el parón.
¿Y qué solución queda? La táctica de las dos partes es la misma, y pasa por esperar. Hay cierta esperanza de que la Junta (que es quien concedió el servicio a Comes en un gran porcentaje de su negocio) tome el protagonismo de una vez por todas. Sin embargo, no pasa de ser una aspiración vaga, tal y como reflejan en sus respuestas compañía y comité.
Una hipotética huida hacia delante derivaría en un paro indefinido por parte de los trabajadores (ya lo hicieron en 2004 durante 17 días seguidos, tras lo que dimitió el gerente de la empresa) o medidas drásticas por parte de Comes, como pequeñas regulaciones de empleo. Por ahora, el comité descarta endurecer sus medidas (ya van a la huelga en los días de mayor negocio de Semana Santa) y la empresa no quiere enrarecer aún más el ambiente con nuevas amenazas.
¿Y el usuario? Sólo le queda informarse bien de los servicios mínimos (propuestos ayer mismo) o viajar con otros. De él sí que no depende la solución.
amedina@lavozdigital.es