Crisis de identidad
La clausura de la conferencia de seguridad de Munich ha puesto de relieve que el desacuerdo en torno a la implicación en la guerra de Afganistán y la creciente desconfianza en las relaciones con Rusia constituyen dos focos de inestabilidad que están agudizando una crisis de identidad en la Alianza Atlántica y la fragilidad de la política Exterior y de Seguridad Europea. Mientras Estados Unidos insiste en presionar a sus socios para que acrecienten sus esfuerzos militares en Afganistán argumentando que en el éxito o fracaso de la operación se juega su credibilidad, la UE intenta engrasar sus relaciones con Rusia deterioradas por divergencias de fondo en la solución de dossieres como Kosovo, Irán y el escudo de misiles que Estados Unidos pretende ubicar en Polonia.
Actualizado: GuardarAunque el secretario de Defensa estadounidense intentó, en el curso de la Cumbre, rebajar las tensiones con varios países europeos irritados por la petición del Pentágono de una mayor implicación en torno a Afganistán, la sensación de que Washington presiona al borde del chantaje recorrió el ambiente de la conferencia. Sin embargo, en Canadá, Alemania y Holanda, tres de los países que más contribución militar hacen a la operación de asistencia a la seguridad el debate es muy intenso sobre el incremento de los sacrificios en un conflicto que pese a los avances institucionales no logra materializar una victoria completa mientras los talibán resisten y la coalición sufre bajas. Los Estados Unidos, que aportan lo esencial de los recursos insisten en que son precisos más medios y más soldados si no se quiere perder lo conseguido hasta ahora.
Existen planes en curso para remediar la compleja situación, pero la OTAN también está obligado a repensar su razón de ser y su finalidad para reorientar sus esfuerzos hacia la guerra contra el terrorismo, que ahora no logra materializar. Con todo, tanto la UE como Estados Unidos no pueden eludir la necesidad de abrir una etapa de esfuerzos diplomáticos para sanear la relación de conjunto con Rusia, que ve a la Alianza, a veces con razón, como una herramienta al servicio de Washington. Porque sería imperdonable que Afganistán se convirtiera en la fuente incontrolable de discordia en una Alianza que ha sido ejemplo de la eficaz e insustituible cooperación de seguridad de las democracias occidentales.