Paridades y metiches
U sted y yo conocemos las gratificantes diferencias que existen entre el hombre y la mujer. De los géneros no hablaremos porque la gramática es cosa de académicos y aunque probablemente usted lo es, yo no -lo que no es óbice para disputar con ellos todo lo que sea menester, que discutir es de balde-. A lo que iba, que venía a decir que los sexos son distintos. A consecuencia de ello, y con el muy loable propósito de fomentar la igualdad, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, aseguró el otro día que «exigirá» la paridad de sexos en los consejos de administración de las empresas andaluzas en el caso de volver a gobernar -otra vez-. Usted ya se estará rasgando las vestiduras al pensar quién diantres es la Administración autonómica -ni ninguna otra- para obligar a una empresa a confiar el desempeño de un puesto determinado en función de su sexo. Quizás hasta se haga necesario recordarle al presidente aquello de que la Constitución impide que pueda prevalecer discriminación alguna por cuestión de sexo.
Actualizado: GuardarO acaso sea que Chaves haya visto demasiado avinagrados a los grandes empresarios y crea que lo mejor para alegrarles el ánimo es rodearlos de simpáticas ejecutivas con las que organizar guateques mientras se opan los unos a los otros. Pero si lo primero es de metiches, esto segundo sería tan inapropiado como inaceptable, además de insultante. Pero igual de insultante le habrá parecido a usted que su crecimiento profesional se mida con el sexo y que si consigue llegar a un puesto directivo en el trabajo no sea porque haya demostrado sobrada capacidad y competencia. Cuidado, lo siguiente será que exijan paridad sexual -que no genérica- en la prole.