Los representantes de Finanzas del G-7, ayer en Tokio. / EFE
Economia

El G-7 anuncia «acciones colectivas» ante la incierta situación económica

Reclaman transparencia a los grupos financieros e instan a dar a conocer las pérdidas por la crisis de las hipotecas 'basura' Piden a la OPEP un aumento de la producción de crudo

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Los ministros de Finanzas y los bancos centrales de los siete países más ricos del mundo (G-7) estimaron este sábado que sus economías van a sufrir una ralentización a corto plazo, según el comunicado final de la reunión celebrada en Tokio. Con el fin de frenar las incertidumbres, instaron a los grupos financieros a aflorar cuanto antes las pérdidas sufridas por la crisis de las hipotecas basura. Y para evitar que la recesión llegue a algunos países acompañada de inflación, pidieron a la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) un aumento de la producción de crudo que estabilice el precio de esta materia prima en los mercados internacionales.

Por su parte, con el propósito de lanzar un mensaje más optimista, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, expresó su confianza «en la buena salud a largo plazo de la economía» estadounidense y aseguró esperar que «siga creciendo en 2008». Lo hizo en declaraciones al final de la reunión del G-7 en Tokio.

A corto plazo

En un comunicado al margen de estas manifestaciones, Paulson reconoció también que «la corrección en el mercado inmobiliario, los precios elevados de la energía y la angustia de los mercados financieros pesarán sobre el crecimiento a corto plazo».

En su texto final, el Grupo de los 7 (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Canadá y Japón) estimó que «los riesgos negativos persisten, en particular, el deterioro acentuado del mercado inmobiliario en Estados Unidos» y la ralentización «considerable» del crecimiento de la producción y el empleo en la primera economía mundial.

«En todas nuestras economías, aunque en diferentes grados, se prevé que el crecimiento se ralentice a más o menos corto plazo», advirtieron los representantes de los países más desarrollados del mundo.

Para hacer frente a esta coyuntura nada alentadora, los países del G-7 se mostraron dispuestos a «emprender las acciones apropiadas, individual o colectivamente» con el fin de garantizar la estabilidad y el crecimiento de sus economías y de los mercados financieros. Instaron a los bancos a hacer público de qué forma se han visto afectados por la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos (supbrimes), insistiendo en la «importancia de desvelar por completo y rápidamente sus pérdidas». Estos esfuerzos de transparencia deben ir acompañados de «medidas para reforzar su base de capital si fuera necesario».

El G-7 estimó que estas medidas desempeñarán un «papel importante para reducir la incertidumbre, mejorar la confianza y restablecer el funcionamiento normal de los mercados», en plena tormenta por una crisis que se hizo evidente por primera vez el pasado verano y que, según reconocieron, se está prolongando mucho más de lo que estaba inicialmente previsto.