Cultura

Nubes en el horizonte

Dos discos recopilatorios de Eels proporcionan una amplia panorámica de la inspirada carrera de esta peculiar formación norteamericana

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Muchos le acusan de llorica y excesivo. Y puede que tengan razón: Mark Oliver Everett, alias E, alma mater de Eels, no se corta un pelo a la hora de desnudar públicamente sus desgracias personales y dar a conocer su percepción del sufrimiento a partir de desdichadas miniaturas pop autónomas u obras conceptuales ligadas por un guión común. También es cierto que su discografía puede resultar exagerada y dispersa a tenor de los 15 títulos (contabilizando grabaciones de estudio, en directo, bandas sonoras y compilaciones) que, bajo su apodo o como Eels, aglutina su obra. Pero así es la irrefrenable y egocéntrica incontinencia expresiva de este peculiar personaje que, asolado por una desatinada cadena de desgracias familiares, ha encontrado su tabla de redención en la música.

Aunque las crónicas cuentan que su inclinación hacia la música nace con la batería de juguete que le regalaron cuando sólo tenía seis años, es su hermana quien le contagia su pasión por Neil Young durante su adolescencia. Tras algunos dubitativos discos editados por E en solitario, la carrera de Eels como grupo se inicia con la publicación de Beautiful Freak (1996), un eficaz acercamiento al pop naif bajo las pautas del lo-fi que logra un inesperado éxito. Encuadrado en la misma corriente transgresora que Beck, las alegrías de esa temprana notoriedad se ven enturbiadas por las sucesivas muertes de sus seres más queridos: la pérdida de su padre, el suicidio de su hermana y el cáncer terminal de su madre nublan sus potenciales perspectivas de futuro. Everett se defiende de las adversidades con Electro-Shock Blues (1998), un segundo y definitivo álbum de Eels que despide amargura y rabia a borbotones, aunque sabiamente protegida entre algodones. Aferrándose, en palabras del propio E, «a los jirones que quedan de mi cordura y del cielo azul que sale al día siguiente de una terrible tormenta», los posteriores capítulos de la obra de Eels fluctúan entre la gentil luminiscencia de Daisies of the Galaxy (2000), la abigarrada negrura de Souljacker (2001) y el heterogéneo encuentro multipolar del doble Blinking Lights and Other Revelations (2004).

A modo de sinopsis, Meet the Eels: Essential Eels Vol. I (Geffen) y Useless Trinkets: B-Sides, Soundtracks, Rarities, and Unreleased 1996-2006) (Geffen), dos recopilatorios recientemente publicados con motivo del décimo aniversario del grupo, pueden servir de útiles manuales a la hora de acceder a la intensa carrera de Eels. El primero selecciona 21 canciones de la discografía en estudio de la banda (más un par de inéditas y una en directo) y anexa un DVD con doce vídeos promocionales; el segundo, quizás el más interesante, recoge hasta cincuenta rarezas (singles, remezclas, versiones alternativas, grabaciones de la BBC, directos, participaciones en samplers ) en un doble CD al que se acompaña de un DVD con seis canciones registradas en vivo en el festival Lollapalooza 2006. Una amplia panorámica llena de virtudes y defectos.