La Berlinale regresa a la normalidad con el buen cine mexicano de Fernando Eimbcke
Tilda Swinton se luce en un 'thriller' inverosímil del francés Eick Zonka y Noriega se va de aventura en 'Transiberiano'
Actualizado: GuardarEl festival de cine de Berlín regreso ayer a la normalidad, después de la grandiosa jornada dominada por la presentación de Pozos de ambición, de Paul Thomas Anderson y con la excelente actuación de Daniel Day-Lewis. Gracias a Tilda Swinton, que encarna una alcohólica en Julia, un thriller del francés Erick Zonka imprevisible e inverosímil, y a la agradable sorpresa que deparó Lake Tahoe, dirigida por el mexicano Fernando Eimbcke, el tercer día del festival sorteó con habilidad la estela de buen cine que dejó Anderson y su estrella, ambos nominados para el Oscar.
La sorpresa del día fue la cinta del mexicano, un relato humano, contado sin ambiciones histriónicas ni grandes despliegues técnicos. La sencilla historia de Juan, un joven de 16 años que acaba de perder a su padre, fue recibida con un sincero aplauso del público y la critica.
Eimbcke, que hace cuatro años participó en el llamado Talent Campus, reservado a las promesas, muestra con un ritmo lento y con una cámara casi estática la profunda crisis de Juan, quien, después de haber estrellado el coche de su madre contra un poste, busca ayuda en las solitarias calles de un pueblo casi desierto. En su búsqueda encuentra a una joven madre que sueña ser cantante, a un anciano solitario y a un joven cuya única pasión en la vida son las artes marciales. El joven realizador acierta al mostrar la enorme tristeza de Juan.
«Es una película autobiográfica. Yo mismo viví esa experiencia cuando murió mi padre», dijo ayer el director, feliz de la buena acogida que tuvo su cinta en el pase para la Prensa. «La película tiene un ritmo lento porque están pasando cosas», justificó Eimbcke, quien rodó el filme en Progreso, un pequeño puerto ubicado en Yucatán, donde las casas están carcomidas por el salitre y donde la vida parece haberse detenido.
México también es parte del escenario de Julia, pero el francés Erick Zonka muestra un mundo violento ambientado en la ciudad de Tijuana, donde el secuestro se ha convertido en una industria. Zonca tuvo la suerte de contar con Tilda Swinton, nominada para el Oscar como mejor actriz de reparto por Michael Clayton, quien actúa con una intensidad que sólo poseen las buenas intérpretes. Pero Zonca cometió el error de escribir un guión poco creíble que resta calidad a su cinta. Julia tiene unos 40 años, es alcohólica, manipuladora, imprevisible y una mentirosa empedernida que acaba de ser despedida por enésima vez y termina convirtiéndose en secuestradora de un niño de ocho años, de madre mexicana y nieto de un millonario moribundo. Todo puede suceder en el cine, pero la paciencia del público tiene límites y éste se acaba cuando la trama peca de inverosímil.
Un caradura español
El actor español Eduardo Noriega presentó ayer Transsiberian, co-producción española dirigida por el estadounidense Brad Anderson en el que interpreta a Carlos, un sensual y enigmático trotamundos «bastante jeta», según el actor.
Noriega destacó la «factura impecable» y lo «impredecible» de la cinta, que narra las peripecias de un matrimonio, interpretado por Woody Harrelson y Emily Mortimer, que decide embarcarse en un accidentado viaje en tren entre Pekín y Moscú.
El actor asegura que ha sido «un verdadero lujo» haber trabajado con Anderson -«que sabe crear atmósferas como nadie»- y compartir cartel, que no escenas de metraje, con el magistral Ben Kingsley, de quien aseguró que es «uno de los mejores actores europeos» y un intérprete «serio, profesional y muy correcto».
La película alterna el ambiente cálido y claustrofóbico del tren con la desolación y el frío extremo de la vasta estepa rusa. A bordo del «transiberiano», el periplo de Harrelson y Mortimer entronca con el de Carlos y Abby (Kate Mara) dos aventureros enigmáticos en busca de dinero y emociones y con el del inspector ruso Grinko, interpretado por Kingsley, que investiga la turbia desaparición de un gran alijo de cocaína. Para Noriega , la mayor dificultad de su papel radicó en «hacer creíble» la ambigüedad del personaje de Carlos que debía ser a un tiempo» encantador, arrogante y un poco jeta pero también simpático».
Satisfecho de la acogida que la cinta recibió en el último festival de Sundance, Noriega asegura que le «encantaría» poder trabajar en Hollywood «pero no en cualquier cosa» y poder alternar esas películas con otras cintas en Europa y España.