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Huckabee planta cara a McCain y apurará la lucha por la nominación
Confía en ganarse el apoyo del ala más conservadora del Partido Republicano, muy crítica con el senador de Arizona
Actualizado: GuardarMatemáticamente es imposible que Mike Huckabee se convierta en el nominado, pero el predicador baptista dice creer en lo imposible. Por eso se niega a rendirse ante la evidencia de que el Partido Republicano ya tiene al sucesor de George W. Bush para las elecciones de noviembre.
«Si miras atrás, ¿crees que hace unos meses tú o cualquier otro hubiera anticipado que las dos únicas personas que quedarían en la competición iban a ser John McCain y yo?», cuestionó a un periodista de Nueva York. «La campaña de McCain prácticamente quebró el verano pasado y nadie pensaba que pudiera llegar tan lejos, pero aquí estamos. Estoy convencido de que a esto le queda mucho para decidirse y ahora que la contienda se ha reducido a dos, nuestras oportunidades han mejorado sustancialmente».
El predicador baptista tiene 181 delegados, casi la mitad que Mitt Romney (286), quien tiró la toalla el miércoles, y casi cuatro veces menos que McCain (714), según las complicadas cuentas de la CNN, pero insiste en que no se retirará hasta que uno de los dos llegue a los 1.191, el número mágico con el que se cierra la partida. De momento su empecinamiento ha forzado a McCain a cancelar su participación en la cumbre de la OTAN que se celebra en Alemania este fin de semana. Kansas, Lousiana y Washington celebran hoy primarias o caucus. Las encuestas le adjudicaban el 40% de los votos en una competición a tres bandas donde Romney era su rival más fuerte, pero Huckabee está convencido de que ahora la única opción que tienen los verdaderos conservadores es votarle a él.
Rabieta
La vena más fundamentalista del partido sufrió una auténtica rabieta el miércoles cuando supo que el rebelde de Washington al que lograron aplastar hace ocho años para dar paso a Bush había logrado hacerse con la nominación del partido. En la Conferencia de Acción Política Conservadora donde Romney anunció su retirada y McCain insistió en que es un verdadero hijo de Reagan hubo más que lágrimas para Romney y abucheos para McCain. Algunos le escucharon con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Otros, como la gurú radiofónica Lura Ingraham, subió al podium para espetar que «haber sido un soldado de a pie en la revolución de Reagan no es suficiente, la cuestión es qué has hecho por la causa conservadora últimamente». Y los que transmitían en directo echaban fuego. «Si queréis saber qué aspecto tiene un moderado nada conservador, mirad a McCain», bramaba un locutor.
Tal es la animadversión y el resentimiento que sufren los conservadores más radicales que los patriarcas del partido temen que McCain no logre calmarlos de cara a noviembre. Sin ellos, la base republicana, que ha registrado la mitad de la participación demócrata durante las primarias, carecerá del entusiasmo necesario para ganar en las urnas.
Entre las recetas de cohesión que se proponen está la de Romney, que advirtió en su despedida del peligro de salir derrotados de Irak con una rendición incondicional. Obama aseguró que esa política del miedo «no funcionará esta vez». Ari Fleischer, ex portavoz de Bush en la Casa Blanca, tiene otra mejor: «¿Mal ambiente? ¿Falta de entusiasmo? ¿Dadme a Hillary Clinton!».