Cuerpos tallados
Los resultados del primer estudio antropométrico sobre la población femenina española confirman que las formas y las dimensiones del cuerpo de las mujeres han variado sustancialmente en las últimas décadas, lo que convierte en un anacronismo el modelo de tallaje de ropa vigente desde 1972. Lejos de constituir un asunto superfluo, el análisis encargado por el Ministerio de Sanidad no sólo debe resultar un instrumento útil para homogeneizar el tamaño de las prendas ante la evidencia de que sus usuarias han evolucionado al compás del desarrollo de una sociedad cada vez más avanzada económica y socialmente. Ha de contribuir, ante todo, a combatir aquellos arquetipos que constriñen el cuerpo femenino a unos cánones de belleza que no se ajustan a los parámetros más comunes y que, en ocasiones, pueden empujar a conductas extremas que llegan a sacrificar una vida sana por el objetivo de la apariencia deseada. En este sentido, es tranquilizador que la gran mayoría de las mujeres que se han sometido a las pruebas se sientan satisfechas tanto con su estado de salud como con su aspecto físico. No obstante, el 40% de ellas reconoce que tiene problemas para encontrar su talla, en su mayor parte por la estrechez de las prendas; un dato tras el que se esconde en muchos casos un diseño inadecuado, pero que también puede responder a una inclinación por aquellos patrones estéticos que se interpretan como socialmente preponderantes o más aceptados. Porque el repaso de los análisis sí permite concluir que existe una identificación mayoritaria de la armonía corporal con la esbeltez: de hecho, las mujeres que se muestran más cómodas con su complexión son aquellas que lucen más estilizadas, mientras que el desagrado crece en los estadios que miden la obesidad.
Actualizado: GuardarQue las adolescentes que sufren delgadez severa -el 0,4%-, no perciban las distorsiones generadas en su aspecto constituye un motivo lo suficientemente preocupante como para justificar la intención del Ministerio de modificar el modelo de tallaje actual por uno más homologable según tres únicos criterios. Pero al margen de que se precise la anuencia de la UE, la iniciativa no ofrecerá los resultados que se persiguen sin un compromiso vinculante por parte de la industria de la moda pero también de sus creadores, que no pueden escudarse en la obsolescencia del sistema de medidas para eludir su responsabilidad en la extensión de un patrón de belleza tan simplista como irreal.