Channel
Cuatro ha dado carpetazo a Channel nº 4, el programa de cotilleo que llevaban Ana García Siñeriz y Boris Izaguirre. El espacio ha sido un fracaso desde su comienzo. Al principio, su baja audiencia quedaba camuflada entre los registros generalmente exiguos de una cadena que acababa de nacer, pero el tiempo ha ido pasando, la cuota de Cuatro ha ido subiendo y este espacio, sin embargo, permanecía en niveles más propios de los meses inaugurales. En la tele hay espacios cuya razón de ser es la calidad, o el servicio al público, o la información, y a éstos hay que juzgarlos por el acierto con que cumplen su cometido, pero hay otros productos cuya única función es retener al espectador ante la pantalla, y si, en vez de retenerlo, lo espantan, algo falla. Channel nº 4 había llegado ya a ese calamitoso estatuto.
Actualizado: Guardar¿Por qué ha fallado? Las razones son múltiples. Quizá la más decisiva es que se trataba de un programa prescindible: ya hay programas del corazón en otras cadenas, éste no ofrecía nada superior al resto de la competencia; nadie cambia de coche para subir a otro que corre menos; los conductores -Ana y Boris- tienen bastante poco tirón fuera de círculos de público muy concretos, círculos que no se corresponden con el público-tipo de la tele rosa. Cuatro había intentado con este programa envolver la tele rosa en un celofán glamuroso y fino, pero no tardó en verse que el celofán tenía agujeros y, por otra parte, que el público de estas cosas no busca una coartada estetizante para el cotilleo, sino chafardeo puro y duro.
Uno no puede meterse en el cenagal del cotilleo y al mismo tiempo intentar guardar una imagen de intelectual progresista; es un ejercicio patético, tanto como otorgar a Channel nº 4 el premio al mejor programa de entretenimiento, cual hicieron los TP de Oro en 2007 con el propósito de salvar a este barco del naufragio. Gestos como ese desprestigian a unos premios. Hay quien se ha apresurado a saludar la desaparición casi simultánea del Tomate y Channel nº 4 como un signo del retroceso de la tele rosa. Como con lo del Tomate, habrá que esperar a ver qué ponen en su lugar.