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McCain ríe durante la Conferencia de Acción política. / REUTERS
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Romney abandona ante el tirón de McCain y le corona como nuevo líder republicano

El candidato mormón tira la toalla para que el senador de Arizona derrote a los demócratas y afiance la guerra contra el terrorismo

MERCEDES GALLEGO
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Republicanos y demócratas estaban ayer de luto ante la decisión de Mitt Romney de abandonar sus aspiraciones presidenciales. Los unos, porque en ese mismo momento comprendieron que el empresario mormón era el verdadero conservador que habían estado buscando. Los otros, porque mientras ellos seguirán dividiéndose durante semanas o meses para decidir si les representa Hillary Clinton o Barack Obama, sus rivales republicanos se estarán preparando para vencerles en noviembre. Y encima, el hombre al que Romney ha dejado libre el camino para representar al Partido Republicano es el último con el que un demócrata querría competir, dada la capacidad de John McCain para ocupar el centro político y arañar votos de los dos partidos en liza.

«Si sigo luchando por mi candidatura, todo el camino hasta la Convención, impediría el lanzamiento de una campaña nacional y le pondría la victoria más fácil a la senadora Clinton o al senador Obama», explicó Romney durante la Conferencia de Acción política Conservadora que se celebró ayer en Washington. «Y en estos tiempos de guerra simplemente no puedo permitir que mi campaña sea cómplice de nuestra rendición ante los terroristas».

Romney cree que los candidatos demócratas «serán lo mismo si ganan la presidencia», dijo, porque ambos «han dejado claras sus intenciones con respecto a Irak y a la guerra contra el terror: se retirarán y declararán la derrota. Y las consecuencias serán devastadoras. Significará más ataques contra EE UU desde santuarios que harán parecer el Afganistán de los talibanes como un juego de niños».

Por amor a su partido y a su país, explicó, dejará el camino libre a John McCain, pese a que la sala rompió en abucheos al oír su nombre. «Discrepo con él en muchos temas, como sabéis, pero estoy de acuerdo con él en que hay que hacer lo que haga falta para tener éxito en Irak, encontrar y ejecutar a Osama bin Laden, y eliminar a Al-Qaeda y al terror».

El candidato mormón dice haberse dado cuenta de que se lo ha estado poniendo fácil a Clinton u Obama para ganar la Casa Blanca en noviembre. Desde que hace menos de un mes el héroe de Vietnam le venciese en las primarias de New Hampshire, le ha dibujado como un falso conservador al que compara con la propia Clinton, anticristo de los republicanos. McCain, de 71 años, está a favor de las investigaciones con células madre, votó dos veces en contra del plan de George W. Bush para bajar los impuestos y una en favor de la ley de inmigración que proporcionaría una vía a los 13 millones de indocumentados para legalizar su situación, al menos como trabajadores temporales. De nada sirve que prometa quedarse en Irak cien años si es necesario, y redoblar la dotación militar. Sus correligionarios quieren escuchar que va a sellar la frontera y expulsar de EE UU a todos los indocumentados. Algo que no sólo no es posible, sino que McCain se niega a hacer. «No voy a llamar a un soldado que está sirviendo en Irak para decirle que vamos a deportar a su madre», ha dicho. Y en cuanto al aborto, otra de las grandes cruzadas conservadoras, tampoco luchará para que se revierta la decisión del Supremo que lo legalizó «porque ello forzaría a las mujeres en EE UU a someterse a peligrosas operaciones ilegales».

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Todo eso ha enfurecido al nervio más fundamentalista del partido, cuyos gurús radiofónicos le machacan diariamente desde que parece destinado a ser su representante en las urnas. De su lado sólo ha tenido a conservadores moderados como Rudy Giuliani, Arnold Schwarzenegger, Bob Dole e incluso al demócrata convertido en independiente Joe Lieberman, cuyo apoyo recuerda a la derecha que McCain no comparte el fanastismo por sus principios. Por contra, el hombre que ayer se retiró de la competición, después de haber invertido 35 millones de dólares -24 millones de euros- de su propio bolsillo, atacó en el mismo discurso la pornografía, la promiscuidad y la sexualidad, defendió el renacer de EE UU como imperio y alertó del peligro de perder la hegemonía económica ante China. «O cambiamos de curso o nos convertiremos en la Francia del siglo XXI». La mención del país que se opuso a la invasión de Irak en el Consejo de Seguridad de la ONU provocó el otro gran abucheo de la jornada.

Romney se fue con una gran ovación tras pronunciar el mejor discurso de su campaña con una energía nunca vista, y no sin recordar que le habían votado 4 millones de estadounidenses, frente a los 4,5 de McCain, y ganado en 11 estados comparado con sus 13. «Claro, que el tamaño cuenta, así que a él le ha ido mejor con los delegados».