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MOLESTOS. Ángel María Villar señala a Luis Aragonés que se siente en una silla.
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Historia de una crisis interminable

Luis Aragonés y Ángel María Villar no se soportan y se evitan, pero mantienen desde hace meses su matrimonio por conveniencia, prestigio y dinero

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Se evitan, desconfían, dicen y desdicen, se lanzan dardos a través de terceras personas y desearían romper de una vez por todas un matrimonio inviable, pero siguen juntos por conveniencia, prestigio y dinero. Pese al balsámico triunfo ante Francia, la guerra de guerrillas entre Ángel Villar y Luis Aragonés parece una historia interminable. El presidente no le destituye porque es su mejor escudo. Sabe que la personalidad, popularidad y las salidas de tono del técnico consiguen que el foco de atención se desvíe hacia él. Villar está ocupado en la batalla electoral con el Consejo Superior de Deportes, su Federación está estrangulada porque tiene las subvenciones congeladas desde hace un lustro y asume que despedir a Luis quizá le arrastraría. El entrenador se agarra a su contrato, a los 180.000 euros que tendría que cobrar si le destituyen y al irrenunciable reto de poner colofón a su dilatada carrera con la Eurocopa.

La situación es kafkiana. Al menos hasta el miércoles por la noche, Luis intuía que el amistoso ante Francia sería su último partido. Se considera un estorbo para la Federación, pide que le echen si no le quieren, tensa la cuerda y no está dispuesto a tragar con una bicefalia de técnicos. Desde que dio la lista de convocados, habló sin parar de la posibilidad de no llegar al Europeo. Tras vencer a los galos, empero, respiró hondo, sonrió y eludió el asunto. Fernando Hierro, el director deportivo con el que mantiene una relación fría y distante, garantizó en la zona mixta de La Rosaleda que el de Hortaleza será su hombre hasta el campeonato continental. Fin, al menos momentáneo, a los rumores sobre si Javier Clemente retrasaría su incorporación a Irán y aceptaría entrenar a la selección español hasta el verano.

Racha positiva

Los jugadores siguen la senda de triunfos (ya acumulan 13 partidos sin perder) están con el seleccionador, pero se sienten superados por los acontecimientos, confiesan en privado que la situación es insostenible y proclaman que el equipo de todos deberían de estar por encima de intereses particulares y también de las campañas en favor de Raúl, que les incomodan. En este extraño clima, sin parangón en ningún otro país, España recibirá a la selcción de Italia, la campeona del mundo, el próximo 26 de marzo en Elche, y después se concentrará para el certamen de Austria y Suiza.

Luis se siente ninguneado. Sus desavenencias con Villar comenzaron cuando el Comité de Competición, a instancias de la Comisión Antiviolencia, le expedientó a raíz de sus expresiones racistas en las que tachaba a Henry de «negro de mierda» y acusaba a los británicos de «perseguir a los negros como gamos en las colonias». A punto estuvo de crearse un conflicto diplomático por culpa de estas manifestaciones que hasta el Gobierno tachó de absolutamente inaceptables.

Aragonés considera que la FEF le engañó porque antes del Mundial le prometió dos años más de contrato, un puesto casi vitalicio como director deportivo y, por tanto, plenos poderes para elegir a su equipo de trabajo. Meses después le colocaron de jefe a Fernando Hierro y Luis aceptó de mala gana. Se indignó el de Hortaleza cuando, en vísperas del amistoso en Finlandia, la FEF filtró que preparaba un homenaje a Raúl, un acto de desagravio exigido por el Real Madrid, por sus 102 internacionalidades.

Un complot contra Luis

Luis ha llegado a plantear a su círculo de confianza la posibilidad de que exista un complot montado desde la FEF para conducir a Raúl a la Eurocopa. Ve manos negras y sospecha incluso de que el recibimiento de Málaga, donde unas 500 personas acudieron a la estación del AVE para corear al madridista y abuchear al técnico, fuera un montaje pagado. Las informaciones surgidas sobre la intención de la FEF de presentar a su sucesor en breve, fue el colmo del desatino a juicio de Luis.

Villar y su equipo de colaboradores están satisfechos con el rendimiento del equipo pero entienden que a Luis se le ha pasado el arroz. Hay quien lamenta no haberle tomado la palabra y prescindido de sus servicios tras el Mundial. Luis prometió que se iría si España no alcanzaba las semifinales y argumenta que dimitió al regreso de Alemania pero que la FEF no aceptó. En el trasfondo, de nuevo el tema económico, toda vez que la renovación por dos años se apalabró, como es costumbre con Villar, antes del campeonato. Desde entonces todo han sido nuevos capítulos de la crisis interminable entre Luis y la Federación que representa todos los españoles.