Paro alarmante
Las estadísticas sobre la evolución del empleo en enero han puesto de manifiesto que la ralentización del crecimiento económico y el acusado reajuste del sector inmobiliario están redundando no sólo en un pronunciado repunte del paro, sino en una destrucción de puestos de trabajo que resulta aún más inquietante. La admisión por parte del ministro Jesús Caldera de que el dato es «muy malo» evidencia con nitidez la preocupación que han suscitado las cifras, que constatan cómo el desempleo se ha incrementado en 132.378 personas -la peor subida en la serie histórica desde 1997- y cómo se han reducido en 84.000 las afiliaciones a la Seguridad Social En Cádiz, los datos son calificados por empresarios y sindicatos como el augurio de un año «muy duro» para el empleo, que alcanza el peor nivel desde 1996. Las consecuencias del desgaste que viene sufriendo el mercado laboral desde el verano, cuando estalló la crisis crediticia, se ven agravadas por el hecho de que es precisamente la creación de empleo la herramienta que permite responder con garantías a las amenazas de un contexto económico incierto. Porque el mantenimiento en las contrataciones actúa como motor indispensable para asegurar el consumo interno y los ratios de actividad que salvaguardan el crecimiento pese a que éste se retraiga.
Actualizado: GuardarLa insistencia por parte del Gobierno en que el dato del paro, con resultar negativo, responde básicamente a la desaceleración del sector inmobiliario no sólo no resta gravedad al aumento del desempleo, sino que deja al descubierto las debilidades de un modelo de desarrollo excesivamente dependiente a todos los niveles del empuje de la construcción. Un modelo que está evidenciando su agotamiento más rápidamente de lo esperado por efecto de la irrupción de una crisis financiera que está perjudicando al conjunto del sistema. La constatación por parte del PP del recorte que viene sufriendo el mercado laboral desde junio de 2007 limita el alcance de sus críticas, que no pueden extenderse a la totalidad de una legislatura en la que se han generado casi tres millones de nuevas contrataciones. Pero la tentación de los populares de exacerbar sus reproches con motivo de la proximidad electoral no puede llevar al Ejecutivo a eludir sus responsabilidades en la imprevisión del cambio de ciclo, escudándose en el anuncio de un vago plan que pueda propiciar la recolocación de los trabajadores perdidos por el sector inmobiliario y en la inyección de liquidez en las economías domésticas forzada por la propia desaceleración.