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MILENIO

Subsidiados

ME gustan más las fotos de la pareja Rajoy/Arenas que circulan de la campaña electoral andaluza que las de Zapatero/Chaves. Quizás por el efecto Arenas, dicharachero 'full-time' y repetidamente volcado sobre uno de los hombros del prudente y dubitativo Rajoy, mientras que las instantáneas de la pareja socialista son más comedidas en lo físico y en lo anímico. O expuesto de otra forma: si las parejas fueran Zapatero/Arenas, por un lado, y Rajoy/Chaves en el frente antagónico, no habría color. La primera sería el calor y la fuerza y la segunda el cálculo, la expectativa y lo correcto.

JUAN TEBA
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No sabemos, sin embargo, la valiosa y esclarecedora opinión, al respecto, del colectivo de la Conferencia Episcopal patria. Tal vez algún día la conozcamos. Lo cierto es que tenemos a un Arenas, permitan la insistencia, que se nos ha venido arriba, hasta el punto de anunciar que bajo su mandato Andalucía sería el primer paraíso fiscal español. Y este subidón de Arenas era más que previsible ante las promesas fiscales y sociales cruzadas entre los primeros líderes, Zapatero y Rajoy.

De un señor Rajoy, por cierto, que cada día me parece más el personaje de una novela del gran Javier Marías, siempre tan impertérrito y correcto que presume de no perder el tiempo «peleándose» con los obispos. Hasta ahí podríamos llegar. Porque Rajoy es como Zapatero, nunca bronquea a un cargo de su escudería política. Sale, por ejemplo, el 'factor' Pizarro tachándonos gratuitamente de subsidiados, que es una grave desconsideración, y don Mariano ni le afea levemente su salida de tono. O lo de Esperanza Aguirre y su ex consejero de Sanidad, de lo más fuerte que ha sucedido en los últimos años en el cuadrilátero político nacional. De gallego genuino, pues, el compañero Rajoy. No se sabe si sube o baja por la escalera de la inevitable confrontación.

De todas formas, Chaves aún guarda muchas balas en su recámara electoralista: el infatigable Zarrías, el 'trovador' Griñán, la red de alta velocidad de la señora Álvarez, el superávit de las cuentas del Estado y lo de «agua que no has de beber, déjala correr». Qué bonita es la política (Pérez Royo).