«Mi padre era un peligro en vida, y muerto no deja de dar problemas»
Sonia, la hija de Encarnación Rubio, asesinada por su marido, tiene que pagar ahora las deudas del progenitor
Actualizado:Sonia Jiménez Rubio, hija de la primera mujer española con orden de protección que fue asesinada por su ex marido, vuelve a ser protagonista de un episodio tan indignante con excepcional. Tras aceptar ser la heredera de su padre, asumió también todas sus deudas. Algunas las conocía, otras no. Por ello, se ha visto en la rocambolesca situación de pagar las letras pendientes del coche con el que su padre atropelló a su madre hasta matarla. Y ésta no es la única.
A punto de cumplirse el cuarto aniversario del asesinato de su madre, ha querido denunciar su condición de doble víctima a la que el sistema le aboca para que se promueva un cambio legislativo que proteja a los huérfanos por casos de violencia doméstica. «Muchos hijos habrán pasado por mi misma situación. Yo no quiero que nadie me ayude económicamente, lo que quiero es que haya un cambio en la ley. Hay muchos vacíos en todo esto», denuncia.
Uno de los fallos que destaca Sonia Jiménez es el tiempo. Desde que su padre ingresó en prisión y se dejaron de pagar las letras del arma homicida (el coche) y hasta que ella fue declarada la heredera legal tras la muerte de su padre pasaron dos años.
«Entonces, la burocracia y los tiempos de la Justicia me obligan a afrontar la deuda multiplicada por los intereses generados por la demora», afirma. Sonia reconoce que intentó razonar con la financiera y explicarle lo macabro de la situación. «Pero los bancos no entienden de sentimientos. Me encontré un aviso de embargo de mi casa si no pagaba», recuerda.
Hipotecas
Para afrontar la presión de esta y otras deudas, ella -que ahora barre la calles del pueblo como antes lo hizo su madre- y su marido, albañil, pidieron créditos personales y ampliaron a 30 años la hipoteca de la vivienda familiar de la urbanización del Ventorrillo de Cúllar Vega. «Esta casa es la única herencia de mi padre, que ya estaba hipotecada. Y yo, que no he visto un duro de la indemnización que obligaba los tribunales a pagarnos, tengo que servirme de esta misma propiedad para pagar todas sus deudas. Es absurdo e injusto», insiste. Sobre el dinero fijado por los tribunales para resarcir los años de maltrato que sufrieron y por el asesinato de su madre, está «segura» de que nunca verá ni un céntimo.
Propone en estos casos ayuda del Estado, -como sucede con las víctimas del terrorismo-, para las personas en su misma situación. Lo más sorprendente es que tuvo que indemnizar a un vecino que también fue arrollado por su padre con el coche. Ella tuvo que resarcirle el daño a otra persona que fue víctima, tal y como lo fue ella. «Fueron 12.000 euros. Yo le di el cheque a mi abogada y ella se lo dio al abogado del anciano. Así se hizo», recuerda con un gesto de tristeza al asumir que tampoco esa familia renunció a recibir su parte. En total han pedido a los bancos unos 100.000 euros para afrontar esta situación.