La subasta de las promesas
Actualizado: Guardarlgo está pasando en este país cuando los políticos empiezan a subastar sus promesas electorales como si fueran los premios de una tómbola y los curas aconsejan a su rebaño sobre la intención del voto. ¿Quién da más? Son las consecuencias de unas elecciones donde no existe aún un claro vencedor y por eso, tanto socialistas como populares han optado por echar la casa por la ventana para captar votos a cualquier precio. No importa si las promesas se podrán o no cumplir. Luego llegarán los matices y las aclaraciones en los debates para subrayar que donde dije digo ahora digo Diego. Es la guerra electoral. Si Zapatero anuncia la devolución de 400 euros en la Renta, Rajoy da un golpe bajo y le responde con la creación de 400.000 plazas de guardería y 2,2 millones de puestos de trabajo en cuatro años si gana. Los populares piden confianza en su eslogan de campaña, mientras que el PSOE utiliza la frase motivos para creer como gancho electoral. ¿Alguien se acuerda de las promesas del 2004? Una verdad a medias es la peor de las mentiras y eso ocurre con frecuencia en la antesala de unas elecciones, pero no es un patrimonio exclusivo de los políticos. Empresa y sindicatos no han logrado parar la huelga en Comes después de dos meses de negociaciones y enfrentamientos. Ha sido un diálogo de sordos entre las partes, donde los representantes de los trabajadores no han dicho toda la verdad de sus reivindicaciones y la empresa ha tratado sin éxito de explicar que la tabla es innegociable si no hay un mínimo de flexibilidad. Al final, el pato lo pagan los usuarios y los huelguistas han elegido el peor momento: el Carnaval. Es posible que la huelga tenga un efecto contrario al deseado para sus intereses.