'POR EL CAMBIO'. Una fan del aspirante afroamericano muestra una camiseta de apoyo. / REUTERS
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Obama pisa los talones a Hillary

Las encuestas apuntan a un empate técnico entre los aspirantes demócratas, que apuran cada segundo para ganar adhesiones en vísperas del Supermartes

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Mientras noventa millones de estadounidenses bebían cerveza pegados a sus pantallas de televisión y disfrutaban de la Superbowl, los precandidatos a la nominación continuaron su encarnizada batalla por sumar adeptos a su causa. En vísperas del esperado Supermartes, cada gesto, cada palabra cobra una máxima importancia, sobre todo en el bando demócrata. Lo demuestra la encuesta elaborada de forma conjunta por The Washington Post y la cadena de televisión ABC. Según este estudio, Barack Obama pisa los talones a Hillary Clinton. O lo que es lo mismo, el candidato afroamericano amenaza el favoritismo que sondeos precedentes concedían a la senadora por Nueva York antes de la gran semifinal de las primarias, en la que los electores de 24 estados clarificarán -que no decidirán- el camino en ambas facciones. El septuagenario John McCain, en cambio, disfruta de un sólida ventaja entre los repúblicanos.

Pero no sucede lo mismo entre los demócratas. Aquí todo se iguala hasta el extremo. La ex primera dama siente demasiado cerca el aliento de su ya único oponente. Le aventaja en sólo cuatro puntos (47% por 43%).

Eso a nivel nacional. Sin embargo, en California, la joya de la corona ya que jugará un papel determinante por primera vez desde 1972, tres sondeos sitúan a Obama por delante (45% frente al 41%). Suspense. De esta manera, cualquier detalle podría desequilibrar la balanza para uno u otro lado en una jornada en la que los estadounidenses se van a volcar como nunca.

Adiós a la sintonía

Y la que sería la primera mujer en ocupar el Despacho Oval tomó buena nota de ello. No dudó, en este sentido, en comparar a Obama con el hombre más odiado por el sector demócrata: el actual presidente de la nación. La base para su crítica: la inexperiencia del representante de Illinois en el Senado. «No nos podemos dar el lujo de elegir a alguien como hicimos con George W. Bush y luego sorprendernos por las decisiones que se toman», proclamó en un tono un tanto apocalíptico.

Se acabó, otra vez, esa sintonía, esa amabilidad, que endulzó el debate que ambos protagonizaron en el Kodak Theatre en la madrugada del viernes. El tono edulcorado saltó por los aires en busca de adhesiones. Es lo que importa. Y en esa carrera contrarreloj ambos han apuntado a los mismos objetivos: los latinos, obreros, sindicalistas y jóvenes. Para enamorar al primer grupo, Bill Clinton acompañó en la final de la Superbowl a Bill Richardson, gobernador de Nuevo México, estado que con el 42,1% es el centro de los hispanos en California. Todo vale para vestirse el traje de líder tras el Supermartes.

Y Obama, que ayer hizo campaña en Missouri y Chicago, asumió la trascendencia de California en el que dejó a sus tres principales estandartes: su esposa, Caroline Kennedy, hija del presidente John F. Kennedy, y Oprah Winfrey, la reina de la televisión estadounidense.

Clara ventaja

Esta batalla que se vive en las filas demócratas no tiene reflejo en el bando contrario. Los republicanos cuentan con un candidato que parece ya un claro aspirante a la Casa Blanca. Según la encuesta de The Washington Post, John McCain posee una sólida ventaja de 24 puntos con respecto a Mitt Romney, su máximo contrincante (48% frente al 24%) a nivel nacional. Incluso él mismo se da por vencedor. «Asumo que obtendré la nominación de mi partido», resaltó ante la prensa.

De todos modos, el ex gobernador de Massachussets no se rinde y ganó el sábado con un amplio margen las primarias en el estado de Maine. Más que nada es una victoria moral. En opinión de diversos analistas le va a servir de bastante poco por el gran influjo que provoca McCain, que ayer paseó su campaña por el estado de Connecticut. En teoría, parece poco probable que éste, a sus 72 años, triunfe en todos los estados en la batalla de mañana, pero sí lo haría en la mayoría. Y eso le dará el impulso casi definitivo para aspirar a suceder al actual presidente de Estados Unidos.