Primera línea de fuego
La gente no debiera meterse en lo que sí le importa. Sarkozy, con la clara intención de perjudicar al PSOE, ha revelado que él y Zapatero hablaron de Iberdrola y le puso al corriente de la trama que conduciría la corriente eléctrica. Por su parte, Angela Merkel ha mostrado de un modo todavía más explícito sus simpatías. «Me siento más vinculada al PP», ha dicho. De todos modos, lo más influyente en los votos del día 9 de marzo próximo será la entrada en campaña de los obispos. Qué nadie pregunte por su paradero: han decidido acudir al combate electoral en primera línea de fuego. Y si es necesario, amenazar con el fuego eterno, para echarle más leña.
Actualizado: GuardarCon tantas fogatas, a nadie puede extrañarle que la cosa esté que arde. Naturalmente que la Iglesia tiene derecho a expresar su opinión ante la convocatoria a las urnas. ¿Por qué en una democracia van a ser los obispos una excepción? Ante problemas como los que suscita el aborto y el matrimonio entre homosexuales, de no fácil solución, no se muestran partidarios ni siquiera de buscarla. Hay muchos socialistas católicos y no sé si se ha tenido en cuenta que no puede complacerles que la jerarquía de su partido haya acusado a la Iglesia de «inmoral, hipócrita y malintencionada».
Mal camino. No se puede utilizar la lacra del terrorismo como arma electoral. Mejor dicho, sí se puede, pero está mal hacerlo. Entre unos y otros han generado una firme y leal enemistad que va a hacer dificultoso los debates televisivos entre Zapatero y Rajoy. Hasta ahora no se ha llegado a un acuerdo qué cadenas van a ofrecerlos y existe una verdadera expectación, ahora que han suprimido el cochambroso programa ese del Tomate. El público ansía ver cómo estos dos eminentes pensadores riñen como dos gallos de pelea. Y luego se saludan cortésmente. Todo en menos que canta un gallo de corral.